lunes, 31 de octubre de 2011

Christopher Gardner y el estudio A to Z para perder peso


Una pregunta que mis pacientes tienen al venir por primera vez a mi consulta es sobre qué dieta pueden hacer para adelgazar o para sanar o para ambas cosas a la vez. Y esa misma pregunta seguramente la tienen ustedes, mis amigos lectores. Y la respuesta es…NINGUNA.
Ya sé, quedaste en shock. ¿Cómo que NINGUNA? La respuesta es que NINGUNA DIETA resuelve una pérdida de peso o cambio de salud DE MANERA SOSTENIDA y CONSISTENTE. Si entras en una dieta, ¿qué pasa cuando la dejas? El problema no es hacer DIETA, es mantenerse en ella si queremos que el peso se mantenga o la condición de salud se restaure. Y volver al patrón que generó el sobrepeso o el problema de salud es volver al sobrepeso o a la enfermedad.
La respuesta es REPROGRAMAR o CREAR hábitos que puedan ser sostenidos en el tiempo. Y lo primero que yo sugiero hacer es determinar si hay o no RESISTENCIA A LA INSULINA. En mi consulta yo indico a mis pacientes una prueba en sangre que se llama CURVA DE INSULINA Y GLICEMIA CON CARGA DE 75G DE GLUCOSA. Se hace con el paciente en ayunas, tomando una primera muestra de sangre y dando a beber a continuación un jarabe dulce que contiene 75 gramos de glucosa y chequeando cada 30 minutos por 2 horas cuáles son las respuestas de la glicemia y la insulina que tiene ese paciente después de beber el jarabe. Consulta con tu médico para saber si es apropiado que te realicen este test.
La REPROGRAMACIÓN no se puede hacer de la misma manera para todas las personas. Esto queda muy bien demostrado en un excelente trabajo de investigación realizado por el Dr. Cristopher Gardner titulado “Comparison of the Atkins, Zone, Ornish, and LEARN Diets for Change in Weight and Related Risk Factors Among Overweight Premenopausal Women” (The A TO Z Weight Loss Study: A Randomized Trial, publicado en JAMA, 2007;297(9):969-977), del cual presenta un resumen que puedes ver eelun extraordinario video THE BATTLE OF DIETS: is anyone winning (at loosing)? que el Dr. Gardner grabó para la Universidad de Stanford (http://www.youtube.com/watch?v=eREuZEdMAVo).

Al término de la investigación se hizo una análisis minucioso de los parámetros de riesgo en las pacientes y se separaron las que tenían resistencia a la insulina de las que eran sensibles a su propia insulina. Esto es muy importante ya que no todo paciente con sobrepeso u obesidad tiene esa resistencia y de eso hablaremos un poco más en la próxima entrada.

En el análisis hecho por el grupo del Dr. Gardner los números demuestran claramente que las personas con resistencia a la insulina mejoraron dramáticamente sus indicadores de riesgo cardiovascular aplicando una dieta “Low Carb”: los triglicéridos bajaron, el colesterol HDL (o colesterol “bueno”) subió significativamente, la hipertensión arterial disminuyó, así como el peso, y mejoraron la respuesta de la glicemia y la insulina en la prueba con jarabe de glucosa.


El Dr. Gardner aclara en su video que es un vegetariano de larga data (más de 25 años) y que había quedado muy sorprendido con el descubrimiento INESPERADO de que la dieta más apropiada en estos casos resultara ser la de Atkins. No solamente inesperado sino totalmente contradictorio a la creencia de la comunidad científica de que una alimentación correcta en estos pacientes debía estar basada en carbohidratos, ser baja en grasas y limitada en proteínas.

Cuando yo vi el video completo (dura 1 hora y 16 minutos), muchas cosas hicieron click, pero te cuento pronto.



lunes, 24 de octubre de 2011

La era de la información


Según varios artículos de revisión publicados en Estados Unidos y en Europa, menos del 40% de los pacientes con diabetes controlan su glicemia al menos 1 vez al día, aún si están recibiendo tratamiento con insulina, aunque hacerlo cambiaría dramáticamente su calidad de vida.
Y si no hacen el control básico, mucho menos miden cómo está su glicemia con las comidas. Siendo la comida el principal actor en los cambios de la glicemia, ¿cómo es que sólo se les pide a estos pacientes chequear la glicemia para ver si la medicación es efectiva, ya sea para contrarrestar el efecto de la comida o para mantener un control general?

Cuando empecé a medir los efectos de los alimentos que comía a través de la glicemia capilar (hecha con ese pequeño aparatico en el que pones una gota de sangre tomada de la punta de uno de tus dedos y que te dice en menos de 5 segundos cuál es tu glicemia), descubrí que no todos los alimentos tienen el mismo efecto. Aprendí, por ejemplo, que prácticamente todos los tipos de pan que comía tenían la capacidad de subir mi azúcar en la sangre (y créeme, siendo de ascendencia portuguesa, comía pan en todas sus formas). Lo mismo pasaba con el arroz y las papas. No dependía de si comía mucho o poco pan, arroz o papas, sino de si los comía o no. 
Siendo médico, empecé a compartir este descubrimiento con mi familia, mis amigos y mis pacientes, y una vez tras otra, los resultados eran los mismos: más que la cantidad, era el tipo de alimento el principal factor en subir la glicemia.
Y aunque a veces protestaban diciéndome: “Uff, Maru... ¿quiere decir esto que tengo que aprender una larga lista de lo que sí y de lo que no afecta mi glicemia? ¡Eso es muy complicado!”, los beneficios sobrepasaban el precio del aprendizaje. 
Muchas veces me comentaban: “Doctora, me habían dicho que podía comer sin problemas patilla o melón, pero no es verdad, ¡me suben la glicemia! En cambio, la manzana verde casi no me afecta”, o bien, “¡las lentejas me caen de maravilla!”, “la cebada perlada es tan sabrosa como el arroz y acompañando el pollo o la carne, me mantiene bien la glicemia”, “media taza de arroz me sube mi glicemia”, “¡Caramba, no sabía que el jugo de naranja podía subir tanto mi glicemia!”

A muchos de mis amigos y pacientes su médico o la nutricionista, les dicen que el tipo de alimento no es importante, sino la cantidad que comen. Llegan a mi consultorio con sus menús y listas de alimentos y las cantidades que tienen que comer, basados en conceptos desactualizados, con glicemias elevadas, o saturados de medicamentos y sufriendo sus efectos secundarios. No hay educación sobre indices y cargas glicémicas, grasas esenciales, intolerancia a los carbohidratos.
Es ahí cuando me pregunto... ¿no es ésta la era de la información? ¿Entonces, por qué no la usamos?


No soy pionera en esta información. Puedes encontrar material valioso en las páginas de la Universidad de Sidney (Dra. Brand-Miller) o en la de David Mendosa. Pero he visto los resultados de usar la información. Por eso inicié este blog e hice el ebook “Lo que su doctor no sabe acerca de la glicemia”. Si quieres una copia de este ebook, escríbeme a mi email y te lo envío (¡es gratis!).

jueves, 20 de octubre de 2011

Lo Que Su Médico No Sabe Acerca De La Glicemia

Cuando hablo sobre diabetes a mis pacientes, usualmente se asustan mucho (o se hacen que no es con ellos). Ninguna de las dos respuestas los ayuda.
Aunque el diagnóstico suele ser terrible, también puede ser bienvenido. No, no me volví “loca”. Digo bienvenido porque vienen de dar vueltas por otros médicos que no han hecho el diagnóstico o no los han ayudado a enfrentarlo.
Cuando agrego que puede ser revertida o “curada”, lo de “loca” se reafirma en sus mentes. La sabiduría popular dice que la diabetes no se cura.
Así que, déjenme aclararles que aunque “loca”, hay razones que apoyan estos 2 primeros párrafos.

En el primer caso, y no me refiero a la diabetes claramente manifiesta (glicemias de 200mg o más), los pacientes ya tienen tiempo sintiendo malestares vagos, cansancio, aumento de peso, o síntomas cardiovasculares como tensión alta, o les han dicho que tienen “hígado graso”. Quizás les hicieron una glicemia antes y después de comer, o una curva de tolerancia glucosada. Algunos ya tienen mediciones de insulina en sangre. A casi todos estos pacientes les han dicho que están bien para la edad, o que las alteraciones son mínimas. O que tienen resistencia a la insulina.

¿Cómo se diagnostica la diabetes en realidad? Los criterios de laboratorio establecen  lo siguiente:
·        Glicemia en ayunas igual o mayor a 126 mg
·        Glicemia mayor a 196mg a cualquier otra toma de sangre durante el día.

En el caso de la insulina en sangre, un valor en ayunas mayor a 30 mIU/ml es tomada por algunos especialistas como altamente indicativa de diabetes aún sin glicemias elevadas. Y aunque la cifra está sujeta a mucho debate, lo que no podemos negar es que es totalmente anómala e indicativa de que algo anda mal con el páncreas, que es el órgano que produce insulina en respuesta a la ingesta de carbohidratos (principalmente).

Aún sin cifras de glicemia en los rangos arriba mencionados, cualquier alteración de la glicemia termina llevando a la diabetes si no es tomada en serio.
Y las medidas conque en nuestro programa se “toma en serio” son las mismas que llevan al segundo párrafo: la diabetes puede ser revertida. La condición diabética NO desaparece. Pero si se toman las medidas apropiadas, estos pacientes pueden tener cifras prácticamente normales de glicemia y, no en pocos casos, de insulina en sangre.

Puedes preguntarte “¿cuáles son esas medidas?” o “¿por qué mi doctor no me las ha dicho?” o “¿por qué a pesar de que hago todo lo que me dicen no tengo buen control?”
La respuesta está en la gran desinformación sobre cómo alimentarse de la que sufren los profesionales de la medicina y la nutrición (no los puedo llamar de “la salud” porque en realidad vienen más a ser “profesionales de la enfermedad”). ¡Ouch!

Por favor no rompas esta publicación en trocitos si estás en esa rama profesional. Yo también sufría de esa desinformación. Aprendí a tratar síntomas, no causas. Ir a la medicina CAUSAL no es el camino en el que nos entrenan cuando estudiamos medicina: más bien es “si tiene esto tome esto”.


Por esa desinformación es que inicié este blog y escribí un ebook titulado “Lo que su doctor no sabe acerca de la glicemia”.

Tanto si tienes curiosidad, como si eres paciente con diabetes o prediabetes (o el familiar de uno), o un profesional del área médica, escríbeme a mi email y te hago llegar una copia (es gratis).

lunes, 17 de octubre de 2011

Nuestro Cuerpo Prehistórico


Me imagino que te quedaste pensando con fastidio acerca de la elección de alimentos y lo que eso significa en tu vida a diario. Tengo un amigo médico odontólogo que siempre dice “todo lo que es bueno y sabroso en esta vida produce diabetes, cáncer, enfermedades cardíacas o SIDA”. Y eso no es verdad.

Imagínate que uno quiera cortar carne con un martillo. O tomar café con un tenedor. O ver televisión metido dentro del mar haciendo submarinismo. ¡Ah, ya sé, me vas a decir que son ridículas las comparaciones! Y lo son, pero quiero destacar con ellas que asumimos que “todo lo sabroso” nos afecta negativamente de alguna manera. En realidad, otros han decidido y nos han enseñado lo que es “sabroso” violando las reglas de cómo fuimos creados.

Glyptodon, Old Drawing, Wikipedia Commons
Nuestro organismo tiene, genéticamente hablando, millones de años. Hasta hace como 10.000 años, vagábamos de un lado para otro, empujados por los cambios de clima y la facilidad de conseguir comida, es decir, siguiendo instintos básicos de supervivencia. No había agricultura, no había comodidades, y pasábamos, con mucha frecuencia, días enteros sin comer. Nuestro cuerpo se volvió experto en sacar el provecho máximo de la caza y pesca, y de la recolección de frutas, nueces y raíces silvestres, y generamos un eficiente sistema de acumulación de grasa en nuestro cuerpo para poder enfrentar, sin morirnos de hambre, los períodos sin comida a la mano. Eso nos dotó de hormonas ahorradoras (insulina) y gastadoras (glucagón) que nuestro organismo ponía en juego para mantenernos vivos.

Genéticamente no hemos avanzado mucho desde entonces. Quizás una de cada 4 personas (o menos), tiene un sistema que maneja estas hormonas de manera “modernizada”. Pero todos los demás seguimos siendo prehistóricos.

Es decir, nuestro cuerpo no dispone de herramientas para manejar alimentos procesados.

Pero vivimos en épocas modernas, manejamos nuestro tiempo según otras agendas (casi nunca las propias, porque hay jefes, tráfico, presiones económicas, etc.), y además tenemos tradiciones y un círculo donde nos movemos que nos enseñan lo que es “sabroso”. Y eso sin entrar en detalles morales con respecto al adoctrinamiento publicitario conque las compañías de alimentos nos bombardean a diario (más sobre eso en próximos artículos).
Los cereales, los jugos, la pastelería, las latas, las grasas trans, la leche, los pesticidas y fertilizantes, (y no voy a seguir abundando en la lista por lo interminable), forman parte de esa vida diaria, pero nuestro cuerpo viene mal equipado para manejarlos.
Y créeme que no estoy implicando que volvamos a la caza y pesca del hombre prehistórico. Pero sí que vayamos a alimentos menos procesados (o nada procesados), lo más orgánicos que nos permita el bolsillo o la disponibilidad, que aprendamos que nos hace mal, y que pasemos la información y la pongamos en acción.

Kalina, Cazador-Recolector, Wikipedia Commons
Gary Taubes hace referencia en sus libros “Good Calories, Bad Calories” y “Why We Get Fat”, a estudios bien serios que ponen en evidencia hechos sorprendentes (para nosotros, los “civilizados”): la acidez, gastritis y úlceras digestivas así como la apendicitis, son afecciones que se presentaban entre los colonizadores, pero no en los indígenas colonizados, hasta el momento en que éstos cambiaban sus dietas; las culturas que mantienen intactas sus costumbres “primitivas” pueden morirse de una infección aguda o un accidente, pero no sufren enfermedades crónicas degenerativas como diabetes, cáncer o artritis.

Así que te invito a que reflexiones sobre lo “sabroso” y empieces a descubrir, llamado a curiosidad por nuestros artículos, qué hay detrás de ese adjetivo.

viernes, 14 de octubre de 2011

Diabetes al Día

Aspiro a que la salud sea finalmente considerada un derecho humano por el que luchar, no una
bendición divina por la que debamos rezar.
Kofi Annan, Secretario General de la ONU
(fotografía de Wikipedia Commons, by Ricardo Stuckert/ABr )

Esta cita de Kofi Anan encabezó el kit de prensa de la ONU destinado a promover la campaña “Unidos por la Diabetes” y  la creación del Día Mundial de la Diabetes (14 de Noviembre del 2007).

La campaña respondía al hecho de que el número personas con diabetes había aumentado de 30 millones (1985) a 230 millones y se estimaba que para el 2025 habría alrededor de 350 millones. Esta campaña invitaba a los gobiernos de todo el mundo a unirse para luchar contra la enfermedad. Debido a la magnitud de las cifras, la diabetes pasó a ser considerada una EPIDEMIA, lo cual no deja de ser contradictorio pues no es una enfermedad provocada por virus o bacterias. Parte de los lineamientos en ese kit eran:

·        Cada año 6 millones de personas desarrollan diabetes.
·        Cada año, cerca de 3 millones de muertes están ligadas directamente a la diabetes.
·        Cada diez minutos 2 personas contraen diabetes.
·        En 2007, la diabetes causará 3,5 millones de muertes en todo el mundo.
·        7 de cada 10 países con el mayor número de personas con diabetes están países en vías de desarrollo.

Martin Silink, Presidente electo de la FID escribió en esa publicación de prensa la siguiente frase:
Es hora que la diabetes salga de las sombras y que la comunidad global reconozca la enormidad de la epidemia que supone esta enfermedad.

Y George Alberti, antiguo Presidente de la FID:
Esta es una de las mayores catástrofes sanitarias que el mundo ha visto. Los costos económicos y sociales de la enfermedad serán intolerables si los gobiernos no despiertan ya y los toman en consideración.

No podemos decir que ese kit de prensa haya servido para algo más que dar a conocer el problema. Aunque  la campaña oficial Unidos por la Diabetes desplegó el lema “No Hacer Nada No Es Una Opción”, y a pesar de los esfuerzos (básicamente diplomáticos e ineficaces) de la ONU, las cifras recién publicadas por el Atlas de Diabetes de la IDF (International Diabetes Federation) revelan una estremecedora realidad digna de la película “Cuando el destino nos alcance” (Soylent Green, 1973): hay en este momento 366 millones de diabéticos a nivel global. El 2025 es AHORA.

Y las países latinos no escapan de esta realidad global, con un 6-12% de la población afectada por la diabetes (y creciendo). Sólo entre Venezuela y Colombia se registraron 2.5 millones de diabéticos para el 2010. En Centro América 1 de cada 10 habitantes tiene diabetes, en México 1 de cada 8.

¿Qué está ocurriendo para que esta enfermedad haya aumentado 12 VECES en apenas una generación?

Indudablemente una de las causas está ligada al consumo de alimentos muy procesados, sobre todo carbohidratos. Nuestra vida de apretados horarios nos ha llevado a elegir cosas fáciles de preparar (o ya preparadas), desestimando la cocina tradicional de nuestros antepasados. 


No es fácil encontrar o tener la posibilidad de comprar alimentos poco procesados y/o frescos, y yo agregaría además, que la gran desinformación no ha hecho otra cosa que confundir y estimular el uso de alimentos que favorecen la aparición de la diabetes.

No dejes de leer la continuación de este post.






lunes, 3 de octubre de 2011

Fooducate Blog

Si hay alguien a quien admiro por su trabajo excelente, por estar a la vanguardia en nutrición y por no guardarse ninguna información, a pesar de lo inconveniente, si puede ser de ayuda a otras personas, es a Hemi Weingarten, que tiene un extraordinario blog titulado FOODUCATE (http://blog.fooducate.com/).

Literalmente FOODUCATE quiere decir ser educado o versado en alimentos y también puede ser interpretado como EDÚCATE EN ALIMENTOS, que es la verdadera misión que cumple este blog.
Voy a traducirles a continuación la página o post de bienvenida que aparece en el blog, y en mis próximas entradas (artículos, posts, o como más te guste), aprovecharé su autorización para compartir más de esta página.





Post de inicio en FOODUCATE (ABOUT) 


¡Hola y bienvenidos a Fooducate!
Mi nombre es Hemi Weingarten. Vivo en la Bahía de San Francisco, y como padre de 3 niños pequeños que apenas caminan, trato de comprar lo mejor y preparar comida sana para mi familia. A medida que mis niños crecían y empezaban a comer sólidos, cada viaje al supermercado se hacía más desafiante.
Tantos productos, tantas afirmaciones acerca de lo sano de los nutrientes e ingredientes. Tantas promesas de la industria de alimentos.
A pesar de ser un ejecutivo graduado en alta tecnología, y de que la tarea era tan sencilla como poner comestibles en el carrito del supermercado, se me dificultaba tomar decisiones racionales basadas en información.
¿Necesitan realmente mis niños tomar jugos?
¿Cuánto es mucho azúcar en el cereal del desayuno?
¿Qué son los nitratos? ¿Debemos evitar todos los colorantes en los alimentos?
¿Estará bien una mínima porción de grasa trans?
¿Y qué hay de esos yogurts diseñados especialmente para niños pequeños?
¿Cuál salsa para pasta será la más nutritiva?

Estaba confundido.
Así que decidí hacer algo. Comencé a educarme leyendo vorazmente libros y artículos de internet acerca de nutrición, sistemas alimentarios y como preparar los alimentos. En algún punto de este aprendizaje resolví que necesitaba compartir esta información con otra gente  para que también pudieran hacer mejores elecciones. Y así nació Fooducate.
Fooducate es un asesor personal sobre comestibles que ayuda a la gente a escoger los mejores alimentos para sus familias.
Y este blog tiene como compañera una aplicación para equipos móviles (Fooducate Mobile Nutrition App).

En este blog de publicación diaria (casi siempre), podrás encontrar consejos y trucos que te ayudarán a ser un mejor comprador de alimentos nutritivos. Entre sus tópicos están etiquetas e información nutricional, ingredientes con nombres impronunciables, “afirmaciones de salud” y otros trucos de mercadeo de los que debemos cuidarnos en el supermercado.

Fooducate no vende, no hace proselitismo, distribuye u ofrece píldoras mágicas, dietas secretas de celebridades y/o suplementos exóticos.
Estamos aquí para ayudarte.
¡Gracias por leer!
-Hemi y el equipo Fooducate.

Me encanta la misión de Fooducate y como soy médico y curiosa en la materia, puedo decir que estoy altamente de acuerdo con Hemi en sus apreciaciones sobre la industria de alimentos y la lamentable desinformación que los nutricionistas y nosotros los médicos, supuestos guardianes de la salud, tenemos acerca de los alimentos.
¡Gracias amigo Hemi!

sábado, 1 de octubre de 2011

Una historia mal contada

Lo prometido es deuda.
En la primera parte hablamos de la historia y características de la mantequilla, y me toca dar mi versión (apoyada en la revisión de muchos trabajos científicos) acerca de su injustificada fama.

Regresemos a Ancel Keys, el investigador médico de mediados del siglo XX. Después de fracasar en demostrar que el colesterol de los huevos era el responsable de subir el colesterol en la sangre, Ancel Keys se unió a otros investigadores e hizo el valioso Estudio de Los 7 Países del cual se derivó la Dieta Mediterránea.

Déjenme recordarles, queridos lectores, las conclusiones de ese estudio que ya compartí con ustedes antes:
1) los niveles de colesterol predecían el riesgo de enfermedad coronaria
2) la cantidad de grasa saturada presente en la dieta predecía los niveles de colesterol en la sangre y la enfermedad coronaria del corazón
3) y  además proponía una nueva idea: que las grasas monoinsaturadas protegían contra la enfermedad coronaria.

Y dentro de las grasas diabólicas indudablemente estaba la mantequilla.

Los médicos Ayurveda, su historia milenaria, su uso sin complicaciones en sitios remotos del planeta, fueron desestimados, y la industria de los alimentos respondió con la invención de la margarina, una grasa que aunque proviene del aceite vegetal, es bombardeada dentro de su manufacturación y transformada en sólida a temperatura ambiente. ¡Todo un éxito de la ingeniería de los alimentos!
Detengámonos un poquito, sin embargo, en la composición de la mantequilla:
  • Es un producto natural (al menos, la clásica)
  • Cada 100g contienen: 81g de grasa, 1g de proteínas, 16g de agua y 2g de cenizas; tiene 2500UI de vitamina A (claro, no nos comemos los 100g, por lo cual esto probablemente no es tan importante, pero en una cucharada de todas maneras hay 350UI de la vitamina)
  • 51% de la grasa es SATURADA, por eso Ancel Keys la demonizó.
  • De esos 81g, 20g son de ácido palmítico (sube el LDL o colesterol “malo”), y 10g son ácido esteárico (que se convierte en ácido oleico (el mismo que tiene el aceite de oliva), proporciones basadas en los 100g
  • 21g de los 81g, son grasa monoinsaturada, siendo casi en su totalidad (20g) ácido oleico
  • Si sacas las cuentas, resulta que por cada 20g de ácido palmítico (malo) tiene 30g de ácido oleico (bueno) directos o por transformación dentro de nuestro cuerpo.
  • ¿El resultado? Aunque sube el colesterol “malo”, sube… ¡DOBLEMENTE EL BUENO!
  • ¿Y colesterol? ¡Tiene sólo 215mg en los 100g totales, menos de 30mg por cucharada!


 ¿Sorprendidos? Bueno, aquí tienes bastante para reflexionar. Cada vez que tu médico (o nutricionista) te saque que la mantequilla es mala, que te va a producir un ataque cardíaco, etc., podrás pasarle los numeritos y pedirle que saque sus conclusiones.

Ciertamente ya un buen grupo de médicos y especialistas en nutrición han hecho cambios en sus conclusiones.

La mantequilla no es un enemigo.
Claro, no te comas en cada sentada una barra de 100g, pero úsala con sentido común (¿una cucharada al día?) y enriquece el sabor de tus alimentos al prepararlos (¡y déjala fuera del pan!).


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