lunes, 21 de enero de 2013

23 horas y 1/2, parte dos


El trabajo científico del Dr. Steven Blair que mencioné la semana pasada puso en evidencia que Obesidad y Ausencia de Ejercicio son una combinación que produce malos resultados de salud, mientras que las personas obesas que tienen actividad física frecuente logran contrarrestar muchas de las consecuencias negativas que la obesidad tiene sobre la salud.

El Dr. Mike comenta que la literatura científica es muy clara con respecto  a la diferencia que hay entre no hacer nada de actividad a pasar a hacer algo:

  • Según el Nurse’s Heatlh Study, las mujeres que van de una vida sedentaria a hacer 1 hora de actividad física a la semana, reducen su riesgo de enfermedad CV a la mitad, incluso si esa media hora se divide en 3 tramos de 10 minutos; además, si el ejercicio es de más intensidad, podemos reducir la duración y tener los mismos efectos.
  • Hay gente que hace ejercicio si se compromete con algún amigo, para jugar algún deporte o para caminar un par de mañanas o un par de tardes.
  • Tener perro también puede ser un excelente entrenador: sacarlo de paseo puede significar al menos 150 minutos de caminata a la semana.
  • Bajarse del autobús (o del metro) una parada antes o después, o subir las escaleras, también cuenta.

En 1990 se hizo en Japón un interesante estudio. La compañía de gas de Osaka analizó el efecto sobre la presión arterial que tenía el tiempo acumulado usado por los empleados para caminar diariamente desde su casa hasta la empresa. 
Los resultados?
  • Con menos de 10 minutos, no había efecto alguno.
  • Entre 11 y 20 minutos, el riesgo de desarrollar hipertensión se reducía en un 12%, y si se caminaba más de 21 minutos, el riesgo bajaba en un 29%. 
  • Los investigadores calcularon que por cada 10 minutos de caminar, el riesgo de desarrollar hipertensión se reduce en un 12%.


Un grupo médico en Leipzig, Alemania, hizo un estudio en 101 personas con dolor torácico por enfermedad coronaria (angina cardiaca), comparando un grupo que hacía ejercicio supervisado de 20’ diarios de bicicleta y 1 hora semanal de aeróbicos, con un grupo al que se les había practicado angioplastia (procedimiento que dilata la arteria y coloca un dispositivo en su interior –stent- para que haya buen flujo de sangre). Los resultados revelaron que el grupo de ejercicios mejoró los síntomas en un 88%, mientras que el grupo con angioplastia mejoró sólo en un 70%. Este es un dato interesante por las implicaciones: el ejercicio no sólo es más económico para el bolsillo, sino también es de menor riesgo, ya que los pacientes no tuvieron que someterse a un procedimiento invasivo de alta tecnología.

Hipócrates decía hace más de 2000 años: “caminar es la mejor medicina para el hombre.”

Hoy, poco se pone en duda de que la vida sedentaria tiene implicaciones sobre la salud global y, especialmente, en la salud cardiovascular y en el riesgo de desarrollar diabetes. Pero yendo más allá del no hacer ejercicio, el simple hecho de ver televisión, o cualquier otro tipo de pantalla, también ofrece riesgos.

Lennert Veerman, de la Universidad de Queensland, en Australia, inició en 1999-2000 un estudio a escala nacional para cuantificar el impacto de la cantidad de tiempo diario frente a la televisión. Los resultados revelaron que 6 o más horas podrían reducir la expectativa de vida en 5 años.

El Dr. Mike hace referencia a que estos valores convierten a la televisión (y otras pantallas, como las Tablet, Ipad, celulares inteligentes, y por supuesto, las computadoras) en una forma de Enfermedad Crónica.

Finalmente, el Dr. Mike nos invita a hacer la siguiente reflexión:

Todas nuestras actividades diarias, como ir al trabajo, cuidar el hogar y los niños, ratos de ocio y diversión, y dormir, nos toman 24 horas.


¿Podremos bajar ese tiempo a 23 horas y ½, y dedicar esos 30 minutos de diferencia a algún tipo de actividad física?

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