En Septiembre 12, JAMA (Journal of American Medical
Asociation) publicó un artículo titulado AssociationBetween Omega-3 Fatty Acid Supplementation and Risk of Major CardiovascularDisease Events: A Systematic Review and Meta-analysis, escrito por un grupo
de médicos griegos liderado por Evangelos Rizos, cuyas conclusiones se
convirtieron rápidamente en un reguero de pólvora en los medios de
comunicación, incluyendo Internet.
Según el grupo investigador, estas son las premisas del
estudio:
Contexto:
la considerable controversia que existe referente a la asociación de los ácidos
grasos omega 3 y los objetivos cardiovasculares más importantes.
Objetivo:
evaluar el rol de la suplementación con omega 3 sobre los desenlaces
cardiovasculares más importantes.
Fuente de la
data: MEDLINE, EMBASE, y the Cochrane Central Register of
Controlled Trials hasta agosto 2012.
Selección de
los estudios: estudios clínicos randomizados que
evaluaban el efecto del omega 3 en la mortalidad general, muerte cardíaca,
muerte súbita, infarto miocárdico (IM) y accidente cardiovascular (ACV).
Conclusiones:
“basados en medidas de asociación, tanto absolutas como relativas, la
suplementación con omega 3 no se asoció
con un riesgo más bajo de mortalidad general, muerte súbita, muerte cardiaca,
infarto miocárdico ni ACV”.
Los medios de comunicación de inmediato tomaron el apunte,
como podemos ver en esta muestra de una consulta GOOGLE, en la que el titular
que prevalece (aquí en inglés) es “los suplementos de aceites de pescado no
previenen los ataques al corazón”.
Tanto Bill Faloon, de Life Extension, como Elizabeth Weise,de USA Today, van un paso más allá, y hacen reflexiones importantísimas para quien quiera mirar lo que hay tras bastidores:
- De 3.635 estudios, escogieron sólo 20.
- No llegó a los titulares que muchos de estos pacientes ya habían sufrido un infarto o tenían evidencias de enfermedad arterial importante, y que se estaba “probando” la efectividad de los suplementos para prevenir la aparición de un segundo evento en la evolución de su enfermedad.
- No se establecen las diferencias en las dietas de esos pacientes antes de ser enrolados en el estudio (muchos de ellos apenas comían pescado, amén de tener hábitos alimentarios y de estilo de vida inadecuados).
- Se desestimaron otros estudios (numerosos) que SÍ demostraban un papel importante en la prevención de “primeros eventos”. (¿No debería ser éste el objetivo de la PREVENCIÓN?).
- Incluso en estas personas ya enfermas, el estudio puso en evidencia que los suplementos de omega 3 redujeron en 9% la mortalidad cardíaca, 13% la muerte súbita, 11% los infartos, 4% la mortalidad general, y 5% los ACV. Pero los investigadores concluyen que estadísticamente estas reducciones ¡¡NO ERAN SIGNIFICATIVAS!!
- Sí reconocieron la efectividad de los suplementos para reducir los triglicéridos, la aparición de arritmias graves, la agregación plaquetaria (que favorece las trombosis), y que también observaron una disminución leve de la presión sanguínea.
Como ya mencioné
en mis artículos previos sobre omega 3 (¿es bueno este aceite de pescado?, el omega equilibrista, recetas de omega 3, la chica griega, The Queen of Fats: los omega 3), estos suplementos NO deben sustituir una buena alimentación, ni el uso de medicación
cuando está indicada. Sin embargo, es importante emplearlos cuando no
tenemos acceso regular al consumo de pescado, complementar su consumo si ya
está presente en nuestra dieta o potenciar sus efectos, teniendo
siempre como premisa escoger suplementos de alta calidad, con una buena
concentración de omega 3.
Un palabra final: desinformar es un mal servicio que hacemos
a la comunidad. Nuestro papel como médicos, científicos o comunicadores, debe
llevarnos a ser guías que desentrañemos la información y la hagamos útil tanto
para nuestros pacientes como para el público en general. Debemos ser
abanderados en la exhaustividad de nuestras investigaciones y ponderar los
hechos para evitar sesgos que generen confusión. Nuestros pacientes y nuestro
público merecen nuestro mejor esfuerzo.