lunes, 30 de julio de 2012

Caminando


Foto: Autor, Stefan Eggert. Wikimedia Commons 

Hace unos días estuvo una paciente en mi consultorio y, para mi asombro, me comentó que en opinión de su endocrinólogo “caminar no era ejercicio” y que, por lo tanto, tenía que hacer ejercicio expresamente dirigido, en gimnasio o sitio similar. Este “especialista” ha olvidado que el ser humano tiene millones de años de existencia, que los gimnasios son de reciente aparición, que caminar es el “ejercicio” más antiguo que existe y que está comprobado que funciona.


¿Con qué autoridad hago semejante afirmación? Primeramente, con la de la observación, para lo cual no necesito ser médico, aunque serlo generalmente da más habilidades porque mucho de la buena medicina se basa en observación; y en segundo término, con el apoyo de innumerables estudios científicos, de los cuales cito algunos al final de este artículo.

Durante todos los siglos de existencia del mundo, el desplazamiento cotidiano de un lugar a otro se hizo caminando. Sólo cuando la población se hace urbana y simultáneamente sedentaria, es cuando los efectos de una mala dieta se potencian y aparece una epidemia de obesidad. Ciertamente el exceso de calorías y la mala alimentación contribuyen de manera significativa a la obesidad, pero la vida sedentaria es un amplificador de esa mala alimentación.

Quizás este especialista basa sus indicaciones en la falta de disciplina que exhibimos para sólo caminar cuando nos apetece, pero numerosos estudios científicos han demostrado que caminar de manera regular es sumamente beneficioso y efectivo.

Hablemos, pues, qué hace el caminar.
Para comenzar, aumenta nuestro gasto calórico, no sólo en número, sino en la energía que invertimos para caminar. Ambos conceptos no son enteramente lo mismo pues, aunque no se consuman muchas calorías por cada minuto que pasamos caminando, el movimiento en sí requiere que nuestro organismo reorganice sus fuentes de energía y ponga en marcha nuestra masa muscular. Si aplicamos el principio de la inercia, en el cual siempre se requiere más energía para iniciar el movimiento (o detenerlo), veremos que algo pasa en nuestro interior. Y digo veremos, porque si caminamos de manera consistente y regular, al final de cierto tiempo habrá cambios visibles: más fuerza muscular, mejor ánimo, mejor ritmo al respirar, y un metabolismo basal más elevado.

¡Hum! Metabolismo basal…¿Qué es éso?
Es la energía básica necesaria para respirar, dormir, mantener nuestro corazón latiendo, haciendo funcionar nuestros órganos para mantenernos vivos. Si yo aumento progresivamente este metabolismo basal y no consumo calorías de manera excesiva, este cambio va a tener un impacto para acercarnos a nuestro peso óptimo. Aquí funciona muy bien lo del interés compuesto: es como cuando ahorras, al principio la cantidad se ve insignificante, pero con el tiempo, es mayor que la suma de lo que se ahorra regularmente.

¿Cuenta el tiempo que caminamos y la intensidad con qué lo hacemos? Ciertamente, pero cuenta más la regularidad semanal: es más efectivo caminar 20 minutos todos los días que 1 hora sólo 2 días a la semana (por ejemplo, sólo fines de semana). He visto muchos “guerreros de fin de semana” que se quejan de que su salud no tiene cambios positivos a pesar de que hacen ejercicio al menos por una hora; lamentablemente, también ocupan sus horas después de su trabajo de lunes a viernes como habitantes del sofá y la televisión.

¿Qué pasa si hace mucho que no camino o si tengo una obesidad importante o problemas con las rodillas o con el corazón?
Salvo que tu médico de cabecera lo contraindique, empieza poco a poco: con pasos de bebé.
Puedes reírte con incredulidad, pero si comienzas con 10 minutos diarios y aumentas 1 minuto por semana, en 20 semanas estarás caminando 30 minutos diarios y habrás formado un hábito.

Public Domain, Wikimedia Commomns
Caminar regularmente, además, fortalece el sistema circulatorio y el inmune, sube el colesterol “bueno”, disminuye la obesidad visceral y la resistencia a la insulina. Si quieres más información sobre otros efectos, revisa el primer artículo sobre actividad física de este blog. Puedo decir, por experiencia propia, que el simple hecho de caminar a mis perros me ayudó notablemente con mi peso, tensión arterial y condiciones físicas y emocionales.

Quizás no te guste caminar. Si tienes chance de hacer una actividad física que te guste, ¡excelente!, si la respuesta es no, entonces…¡camina!, te guste o no. Muchas cosas hay que no nos gusta hacer, pero menos nos gustan los resultados de no hacerlo.

  1. Brill, J. Perry, AC. Parker, L. Robinson, A. Burnett, K.   Dose Response effect of walking on weight loss.  How much is enough?  Inter. J. Obes. 2002. Vol. 24(11); pp. 1484-1493.
  2. Ross, R. Dagnone, D. Jones, P. Smith, H. Paddags, A. Hudson, R. Janssen, I. Reduction in Obesity and Related Comorbid Conditions after Diet-Induced Weight Loss or Exercise-Induced Weight Loss in Men. Ann. Intern. Med.  July 18,2000. Vol. 133(2);pp. 92-103.
  3. Jakicic, J. Marcus, B. Gallagher, K. Napolitano, M. Lang, W. Effect of Exercise Duration and Intensity on Weight Loss in Overweight, Sedentary Women.   JAMA. 2003. Vol. 290(10); pp. 1323-1330.
  4. Church TS, Martin CK, Thompson AM, Earnest CP, Mikus CR, Blair SNChanges in weight, waist circumference and compensatory responses with different doses of exercise among sedentary, overweight postmenopausal women. PLoS One. 2009;4(2):e4515. Epub 2009 Feb 18.

lunes, 23 de julio de 2012

Avocado: El Abogado de la Salud


Hablemos hoy sobre una fruta que pocos piensan que es fruta: el aguacate.
Hace poco mi amigo Hemi, de Fooducate, publicó un excelente artículo sobre el aguacate, y eso me dio la idea de compartir con mis lectores algunos hechos y mitos con respecto a esta maravillosa fruta.

Ciertamente los brasileños (y los indonesios) la usan dentro del rango de las frutas. Hacen batidos y le agregan azúcar o chocolate, como si se tratara de fresas, piña, melón, o cualquier otra fruta, y a mí, al principio, me pareció algo absurdo. Jeje, eso nos pasa cuando no conocemos acerca de la etnicidad de los alimentos y su preparación.
La mayoría de nosotros, en cambio, los usa dentro de las ensaladas, como base para servir otros alimentos, en mojitos como la guasacaca venezolana, o en el famoso guacamole mexicano.
Indistintamente del modo de prepararlo, el aguacate es un extraordinario alimento.

A la izquierda, Avocado Shake (Autor: Jpatokal, Creative Commons)
A la derecha, Parrilla de bacalao y Aguacate, www.lasopadetomate.com)

Su historia conocida, según la arqueología, se remonta a México y al menos a 10.000 años AC. Otros datos arqueológicos e históricos lo ubican en la cultura inca (900 años AC), Jamaica (siglo XVII), Brasil (siglo XVIII), y otros países centro y suramericanos (desde el siglos XVI en adelante). Es muy probable que haya sido llevado al resto del continente americano después de ser descubierto por los conquistadores españoles.
Su nombre deriva del vocablo ahuacátl (idioma azteca nahualt); también de origen nahuatl es el vocablo ahuacamolli, o guacamole, con el que los aztecas designaban una especie de sopa o caldo hecho con el aguacate. Dicho sea de paso, nada hay que le dé más sabor a un caldo o hervido, sea de pescado, carne o pollo, que unos buenos trozos de aguacate. Del quechua proviene la palabra palta, que es como lo conocen en los países más al sur, valga la redundancia, de Suramérica; y, como nota al margen, añado que la palabra inglesa AVOCADO me hace recordar a ABOGADO, y ciertamente pienso que el aguacate es un abogado de la salud.

Invariablemente mis pacientes, cuando les hablo de las bondades del aguacate, se quejan diciendo que su médico o nutricionista, y algunas veces su comadre o quien funge de título similar, les han prohibido el aguacate porque tiene muchas calorías, o peor aún, que tiene mucho colesterol.
El que la comadre se los diga, lo acepto. Pero me parece imperdonable que un “profesional de la salud” exhiba semejante ignorancia.
Así que veamos la información nutricional para que ustedes mismos se instruyan y aprovechen esta maravilla de la naturaleza.

De todas las frutas que existen, es la que más proteínas tiene, no mucha cantidad (3g), pero con un excelente perfil de aminoácidos. 

A la izquierda: Avocado (Autor Gabriel Hurley, Creative Commons)
A la derecha: Nutrientes en 1 taza de aguacate cortado en cubos
Una taza contiene, como puedes ver en la tabla nutricional, 22g de grasa, pero solamente 2g de ellos son grasa saturada, con CERO colesterol. El resto de la grasa (9.8g) es básicamente MONOINSATURADA (omega 9), como la del aceite de oliva, de ahí que yo acostumbro a decirle a mis pacientes que es como comer aceite de oliva SÓLIDO
Es fuente de vitaminas A, B, C, E, K; en esa taza hay el 30% del ácido fólico que necesitamos a diario; tiene alfa y betacarotenos, y luteína (un carotenoide muy importante para la visión); minerales, entre ellos potasio (notablemente más que el jugo de naranja o la banana). 
¿Y fibra? ¡10 gramos por taza! Lo cual hace su contenido de carbohidratos prácticamente insignificativo.

Algunos estudios han demostrado que el aguacate tiene un importante efecto protector contra el daño que ocasionan algunas toxinas en el hígado; otros estudios también apuntan hacia un efecto protector contra el cáncer oral, y los de mama y próstata.
No es de extrañar que todos estos nutrientes le hayan valido el nombre de ahuacátl, que significa en el lenguaje azteca “testículo”, porque le adjudicaban valores medicinales contra la infertilidad.

Bob Bergh, Ph.D., del Department of Botany and Plant Sciences en la Universidad de California, afirma que mucha de la información errónea sobre el aguacate puede provenir del artículo "The Avocado and Human Nutrition, Some Human Health Aspects of the Avocado", publicado en 1992. Bergh también afirma que esta fruta tiene ventajas importantes: “es útil para el control del peso; es un alimento nutricionalmente denso; fuente de importantes antioxidantes; fuente de proteínas originadas en frutas; fuente de fibra; un apoyo en la prevención del ACV (accidente cerebro-vascular); excelente para agregar a la comida infantil; y muchos otros usos culinarios y en la salud”.

Amigos lectores: hay tanto material sobre los beneficios del aguacate que podría escribir un libro. Pero, para honrar el dicho popular “…vayamos al grano”, concluyo diciéndoles:
Para mí, mas bien es hora de aprovechar la época de aguacates y agregarlos a tantas comidas como podamos.

¡¡¡Bon Apetit!!!

lunes, 16 de julio de 2012

Carl Rehnborg: El Padre de la Industria de las Vitaminas


Este es el tercer articulo de la serie sobre Carl Rehnborg (Carl Rehnborg el Leonardo da Vinci de la Nutrición y Carl Rehnborg: el principio de Nutrilite). He querido extenderme sobre este hombre brillante como un homenaje a sus inquietudes e incesante curiosidad que nos han llevado más allá de las fronteras científicas convencionales, así que hoy les comparto algo más sobre su historia.




A Carl Rehnborg le llevó varios años lograr una distribución exitosa de los suplementos Nutrilite desde que produjera el primer concentrado de plantas para consumo humano en 1934. Con el respaldo financiero que significó esta comercialización exitosa, Carl Rehnborg pudo finalmente consagrarse a lo que más amaba: investigar y dedicar un sinnúmero de horas a mejorar los procesos de hacer extractos vegetales, cómo hacerlos más disponibles dentro del organismo humano, y explorar la obtención de otros extractos.

Era una época en la que, al principio, no existían otras compañías que produjeran suplementos para consumo humano, por lo que la Dra. Artemis Simopoulos, fundadora del The Center for Genetics, Nutrition and Health, y experta en Omega 3, calificó a Carl Rehnborg como el Padre de la Industria de las Vitaminas.

El impacto que tuvo Nutrilite hizo que pronto proliferara la producción de vitaminas llamadas “one-a-day”, (una al día), pero como la misma Dra. Simopoulos observa, ninguna de ellas contenía extractos de plantas. Hechas básicamente con vitaminas sintéticas y escasos minerales, estos suplementos "one-a-day" estaban lejos de cubrir las necesidades de las personas, por lo que Nutrilite se expandió rápidamente. En 1947 Nutrilite llegó a un crecimiento en ventas en el orden de los 2 millones de dólares, y al año siguiente, esta cifra se duplicó.

Carl Rehnborg sabía cuán vitales eran las sustancias presentes en estos extractos de plantas. Muchos años más tarde han sido reconocidas como importantes para la nutrición, y se les conoce como “fitoquímicos” o “fitonutrientes”.


La visión de Carl acerca de la importancia de la nutrición es asombrosa: la comunidad científica de los años 40 decía que las 3 comidas diarias eran suficientes para aportar todo lo necesario para estar sanos. Aún hoy, a pesar de que ya han pasado 70 años, muchos médicos insisten en que no es necesario suplementar la alimentación. Pero las estadísticas no maquillan la realidad: hoy, como entonces, el aumento progresivo de enfermedades crónicas nos revela que carecemos de una protección adecuada.


Acerola. Autor: Eric Gaba (Sting), Wikimedia Commons
Carl Rehnborg perseguía ideas creadoras para ampliar los beneficios que sus productos pudieran aportar. Fue así que descubrió que la cereza acerola, una pequeña fruta muy ácida que se da en regiones tropicales y subtropicales, era muy rica en vitamina C. Hoy sabemos que tiene los mayores de niveles de vitamina C que se conocen en la naturaleza, amén de vitaminas A, B1, B2 y B3, así como bioflavonoides y otros fitonutrientes. 
La acerola contiene una forma de vitamina C que se absorbe muchísimo mejor que la sintética, que es la que comúnmente encontramos en los suplementos comerciales.

Carl deshidrató y concentró esta fruta en su punto de mayor contenido de fitonutrientes, cuando está aún verde, y la agregó al concentrado vegetal que distribuía Nutrilite.
Ésto resultó ser una buena y mala idea a la vez. La acerola enriquecía notablemente el contenido de vitamina C y fitonutrientes del concentrado vegetal, pero se dañaba fácilmente por acción de la humedad. Carl resolvió el problema produciendo una tableta con una cobertura que la hacía más fácil de tragar y al mismo tiempo protegía el delicado concentrado de vegetales de los efectos ambientales.También descubrió que una variedad de lombrices aireaba mejor el compost usado en los cultivos y decidió importarlas para sus granjas.

Arriba: proceso de encapsulado
Abajo: proceso de hacer tabletas

Carl no cesó nunca de investigar y mejorar la calidad de los suplementos Nutrilite. El pensamiento dominante que siempre lo impulsó fue poder restaurar el balance en la nutrición, y los beneficios de sus concentrados vegetales fueron clave indispensable para que lo lograra.


Mytinger y Casselberry usaron estos beneficios para promover la idea de que Nutrilite tenía capacidad de curar enfermedades. Los testimonios de miles de personas que habían mejorado drásticamente su salud sirvieron para apoyar sus folletos "How to get well and stay well" ("cómo ponerse y mantenerse bien"), una de cuyas páginas tenía el encabezado "how to cheat death" ("cómo burlar a la muerte"). 




A Carl, estos folletos lo enojaron muchísimo porque eran afirmaciones exageradas que colocaban a Nutrilite a la par de los curanderos charlatanes ("snake oil doctors") del Siglo XIX, y desvirtuaban su misión de restablecer el balance nutricional que el organismo utilizaba como apoyo vital para luchar contra las enfermedades.


Carl pronto se vio obligado a sustanciar los méritos de los concentrados de plantas, pero tuvo que ir hasta la Corte Suprema para lograr un acuerdo final en el que Nutrilite limitaba sus afirmaciones. Este acuerdo a la larga favoreció el posicionamiento de Nutrilite como un proveedor serio de suplementos nutricionales, ya que permitió colocar información en sus etiquetas acerca de todos los nutrientes que contenían los productos Nutrilite.

A pesar de que la FDA ha atacado a Nutrilite en más de una oportunidad, terminó por prevalecer la idea de Carl Rehnborg de que suplementando correctamente la alimentación, nuestro organismo podía recuperar su capacidad de luchar contra las enfermedades crónicas.
Nunca ha sido esto más verdad que en el día de hoy.

lunes, 9 de julio de 2012

Carl Rehnborg: el principio de Nutrilite

Desde la antigüedad, la medicina china, a diferencia de la occidental que pensaba que todas las enfermedades se originaban en gérmenes o en tóxicos, recurría a las hierbas y plantas para devolver al cuerpo el balance del que ha sido privado por una dieta deficiente. De esa manera, le proporcionaba los elementos de base para que el propio organismo fuera capaz de sanarse.

Carl Rehnborg, a través de una década de observaciones en China, se dio cuenta de que a medida que las personas migraban del ambiente rural a la ciudad, también cambiaban su alimentación basada en plantas por carnes, frituras y alimentos procesados, y se enfermaban con frecuencia. 



Por su trabajo en la industria láctea Carnation a principios del siglo XX, sabía que habían descubierto que las vacas alimentadas con alfalfa daban más leche. Carl supuso que en esa planta había alguna forma balanceada de nutrición, y comenzó a pensar en cómo procesarla para el consumo humano. El hecho de que a su padre, en 1924, le amputaran ambas piernas por arterioesclerosis, fue un elemento adicional para impulsar la búsqueda de una respuesta.

Arriba: Pasaporte de Regreso de China
Abajo: Primera familia
A pesar del escepticismo de la comunidad científica de  los años XX, que todavía no aceptaba que las enfermedades pudieran provenir de las carencias alimentarias, Carl creía que podía hacer un suplemento para hacer que la gente se sintiera mejor y fuera capaz de aumentar su capacidad de luchar contra las enfermedades. Todavía no sabía si el suplemento sería en forma de galletas, tabletas o polvo.


En 1927 regresó a los Estados Unidos con apenas 24$ en los bolsillos y el sueño de desarrollar un suplemento basado en plantas para mejorar la salud. Aunque carecía de dinero, no quiso emplearse y aceptó trabajos por su cuenta que le reportaban pocos ingresos y que, junto con la obsesión por encontrar la manera de producir los concentrados vegetales, finalmente derrumbaron su primer matrimonio. 
Sin la preocupación de cómo mantener a su familia, Carl se sumergió en sus investigaciones sobre cómo obtener extractos de alfalfa, berros, e incluso perejil. Diseñó un sistema para cosechar estas plantas de manera que nunca cayeran en el suelo y tuvieran que ser lavadas, porque pensaba que hacerlo les robaba nutrientes.

De acuerdo a la Dra. Artemis Simopoulos, fundadora de The Center for Genetics, Nutrition and Health, y experta en Omega 3, Carl Rehnborg fue un auténtico pionero en la investigación de la nutrición, adelantado por varias décadas a su época.

A pesar de trabajar intensamente hasta 18 horas diarias en el cultivo, cosecha, deshidratación y molido de las plantas, a Carl le llevó 7 años conseguir un primer suplemento que pudiera vender, y que consistió en un concentrado de plantas, una tableta masticable de minerales y un aceite soluble rico en vitaminas A y D.
Por primera vez en la historia moderna se había creado un concentrado de plantas con vitaminas y minerales, ideado para cubrir las deficiencia de la alimentación y asistir al organismo en la prevención de las enfermedades. ¿El año? 1934

Arriba: herramienta para recoger la cosecha sin que tocara el suelo
Abajo: deshidratación y concentración de la alfalfa

Al principio, Carl regalaba sus suplementos, pero sus amigos no se decidían a probarlos (uno de sus vecinos tildaba los suplementos de "alimento para conejos"), por lo que comprendió que él mismo tenía que darle un valor si quería que fuesen apreciados. Comenzó a buscar alternativas para comercializarlos de manera efectiva e incluso consiguió que se le entrevistase en la radio, lo que era todo un logro para esa época de finales de los años 30.

Para 1939, en la búsqueda de un nombre más adecuado para sus suplementos, Carl encontró un artículo científico escrito por Roger Williams, en el que se mencionaba la palabra Nutrilite (Nutrilitos) para referirse a “todos los elementos necesarios para la nutrición humana incluyendo, aunque no de manera limitada, a las vitaminas.”

Carl Rehnborg sabía por experiencia propia lo que significaba suplir al cuerpo de lo que Roger Williams llamaba Nutrilitos: un brebaje repugnante muy parecido en su contenido le había salvado la vida en Shanghai. Carl se enamoró del término y así nació Nutrilite Inc., y una nueva era en la suplementación alimentaria. Carl Rehnborg pasó a ser conocido como VITAMIN MAN (el hombre vitamina).

Izquierda: bandeja para encapsular los suplementos
Derecha: primeros suplementos Nutrilite

Obsesionado con hacer que las personas usaran estos concentrados y vitaminas para mejorar su salud, Carl intentó numerosas maneras de venderlos, e incluso se inscribió en el curso de ventas de Dale Carnegie. Uno de los profesores, el doctor en psicología William Casselberry, se impresionó con el suplemento, sus efectos y su potencial, y decidió buscar el apoyo de Lee Mytinger, un experto vendedor. Entre ambos pusieron en marcha una forma de comercialización basada en el sistema que usaban JC Penney y Sears para promover tiendas asociadas, y Mytinger-Casselberry se convirtió en el primer distribuidor exclusivo de Nutrilite en California.

Sin saberlo, Carl Rehnborg, Lee Mytinger y William Casselberry crearon el primer sistema multinivel del mundo y lanzaron a Nutrilite al justo camino de la fama.

Finalmente Carl Rehnborg lograba que sus concentrados de plantas llegaran a miles de usuarios que encontraban un suplemento no sólo fácil de digerir, sino de efectos extraordinarios sobre su salud.

Como todos los pioneros en cualquier campo, Carl Rehnborg pasó por etapas prolongadas de frustación y rechazo antes de llegar a producir un suplemento que pudiera ser usado en el consumo humano. Persistió, sin embargo, impulsado por la misión de devolver a la gente los micronutrientes que la sabia naturaleza había incluído en los alimentos, y que la industrialización les había robado mientras los procesaba.

lunes, 2 de julio de 2012

Carl Rehnborg: el Leonardo da Vinci de la Nutrición

Leonardo da Vinci, Wikimedia Commons
Creo que muy pocos se atreverían a negar el prodigio que fue Leonardo da Vinci. Su incursión en las artes lo inmortalizó, pero sus intereses eran mucho más amplios: fue escultor, arquitecto, músico, científico, matemático, ingeniero, inventor, anatomista, geólogo, cartógrafo, botánico y escritor. Esta parece la lista de profesiones de una enciclopedia y podemos decir, al menos en sentido figurado, que Leonardo da Vinci era una biblioteca viva, dotado de una curiosidad insaciable y una imaginación febril, considerado por muchos como poseedor de un talento inigualable. De todos sus roles, el de visionario es uno de los que más sorprende; el simple hecho de ver sus diseños del helicóptero ha sido fuente para especular que de alguna manera tuvo contacto con “extraterrestres”.

Con este da Vinci visionario es que yo comparo al Dr. Carl Rehnborg. No solo por la amplitud de sus conocimientos o intereses multifacéticos, sino por ser un visionario fuera de lo común y adelantarse a su época por no menos de 70 años.

¿El puente con da Vinci? Una curiosidad insaciable y un talento fenomenal para la observación. Para entender la analogía debemos remontarnos al final de su adolescencia, cuando ya leía un libro…¡por día!

Tenía un gran afán por el conocimiento e inició pronto estudios en química, biología y actuación en la Universidad de Carolina del Sur. Sin embargo, los estudios tradicionales lo aburrían, y su pasión por la aventura y por Asia lo llevaron a China en 1915, a la edad de 27 años. Allí trabajaría inicialmente vendiendo productos lácteos para la compañía Carnation, bajo la premisa de que los chinos no consumían suficiente calcio. Pero los chinos se alimentaban de acuerdo a su cultura, y además eran intolerantes a la leche, por lo que dejó pronto ese primer empleo.

Carl Rehnborg

La nutrición ya lo apasionaba y empezó a tomar notas sobre la precaria salud de los chinos que migraban a las grandes ciudades, y que se alimentaban de arroz blanco y pocos vegetales frescos, lo que no ocurría en las aldeas que mantenían las comidas ancestrales. En un principio pensó que la mayor incidencia de enfermedades tenía relación con la precariedad de los servicios sanitarios y la suciedad del agua que rodeaba las casas en Shanghai, pero su instinto le decía que eran las carencias de algunos elementos en la comida lo que causaba las enfermedades.

Como muchos otros extranjeros en Shanghai a principios de los años 20, Carl Rehnborg terminó en cautiverio en un infame campo de internamiento donde estuvo preso por varios años. Allí aprovechó las largas horas de confinamiento para ir afinando sus notas sobre la alimentación basada en plantas, y logró que los guardias le permitieran preparar un caldo de sabor espantoso hecho con brotes de bambú, hojas de helecho, raíces de ginseng y hasta ralladura de clavos oxidados. “El cuerpo necesita hierro” escribiría más tarde en su diario. Los guardias se reían de él, al igual que sus compañeros de presidio, pero pocos de los arrugaron la nariz ante el brebaje de plantas lograron sobrevivir a las terribles condiciones del campo de concentración de Shanghai.

Debemos entender que, para ese momento, vincular deficiencias de ciertos nutrientes en las comidas con la aparición de enfermedades específicas era totalmente revolucionario, ya que apenas 7 años antes se habían descubierto las vitaminas. Tanto Hipócrates como la medicina tradicional china, le adjudicaban poderes medicinales a los alimentos, pero Carl Rehnborg no buscaba sanar a las personas, sino evitar que se enfermaran. A través de su gran poder de observación, la experimentación en sí mismo y en los que aceptaban probar sus caldos, el conocimiento adquirido por medio de la lectura, y el estudio y comparación de la nutrición en distintas poblaciones chinas, Carl llegó a la conclusión de que muchas de las enfermedades modernas aparecían como consecuencia de que ciertos nutrientes estaban ausentes  de la comida diaria, y que era posible prevenirlas con una alimentación basada en plantas.

Sin tener acceso a tecnologías sofisticadas ni los recursos de poderosas organizaciones científicas, Carl Rehnborg dio pasos agigantados dentro de la Nutrigenómica (ciencia que estudia los efectos de los alimentos sobre la expresión los genes y que sólo se ha desarrollado en este siglo). En mi próximo artículo compartiré más detalles sobre por qué considero que este hombre merecer ser llamado el Leonardo da Vinci de la nutrición.

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