Recientemente me llegó un correo de Nuts for Life (NutENews) sobre la visita a Australia de dos importantes investigadores españoles involucrados en PREDIMED, un prestigioso estudio de intervención nutricional a largo plazo
(2003-2011) que fue llevado a cabo por 19 grupos de investigación en 7
comunidades en España. El equipo PREDIMED (acrónimo de PREvención con DIeta MEDiterránea) evaluó la eficacia de una dieta mediterránea
suplementada con aceite de oliva extra-virgen o frutos secos (nueces, almendras y avellanas), versus una dieta baja en
grasa, en la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares (ECV) en individuos con alto riego de padecerlas.
http://predimed.onmedic.net/ |
Los resultados que se
tomaron en cuenta midieron la mortalidad de origen cardiovascular (infarto de miocardio y accidente cardiovascular o ACV), así como el efecto sobre otras variables secundarias como la mortalidad general (de todas las causas) y la incidencia de insuficiencia cardiaca, diabetes, cáncer y demencia.
También se midió el efecto sobre la presión sanguínea, la glicemia en ayunas,
el perfil lipídico, los marcadores de inflamación y otros marcadores de
enfermedad cardiovascular (ECV).
Se estudiaron 7400 adultos
de ambos sexos, en alto riesgo de ECV,
sin síntomas al inicio del estudio, con un seguimiento promedio de 5 años, y
edades comprendidas entre 55 y 80 años. Se hizo un registro de si existía previamente o no una dieta mediterránea, consumo moderado de alcohol, actividad física
placentera y el no fumar. Es de notar que los participantes fueron elegidos sobre la base de que añadirían a la dieta mediterránea tradicional más aceite virgen de oliva o nueces, mientras que los que se adhirieron a una dieta tradicional baja en grasas
Éste es el resumen de los
resultados:
ECV
Tanto el añadir a
la dieta mediterránea 50ml (algo más que unas 3 cucharadas soperas) de aceite de oliva
virgen, o 30g de frutos secos (aproximadamente ¼ de taza),
tuvieron un efecto anti-inflamatorio sobre el sistema cardiovascular, observándose
que cuanto mayor era el consumo del aceite de oliva y frutos secos, más
disminución había de los principales biomarcadores de inflamación, oxidación del
colesterol LDL, y aparición de enfermedades como hipertensión, diabetes,
dislipidemia (grasas en sangre elevadas) y obesidad.
Control de peso
La presencia de frutos secos en la alimentación tuvo un efecto beneficioso sobre el peso,
resultando en una menor circunferencia abdominal (talle) al cabo de 1 año.
Estos resultados se evidenciaron aún en aquellos participantes con historia
genética de obesidad.
Diabetes
Hubo una reducción del 50%
en la aparición de diabetes a lo largo de al menos 4 años de estudio, en comparación
con las dietas típicas bajas en grasa, aún en aquellos participantes que no
bajaron de peso ni aumentaron su actividad física.
Síndrome Metabólico (SM)
Se encontró en un subgrupo
de 800 participantes del estudio que los que mejor seguían el programa tenían
una menor incidencia de este Síndrome, que se considera como un factor elevado
de riesgo de ECV.
Otro análisis evidenció una
reducción del 13.7% de la prevalencia del SM
(presente en 61.4% de los participantes) en aquellos que incluyeron frutos secos versus el aceite de oliva adicional o la dieta baja en grasas.
Un detalle importante fue
la reducción del talle sin mayores cambios en peso, lo que sugiere una
redistribución beneficiosa de la grasa.
Salud Cerebral
2 de los estudios dentro
del PREDIMED se enfocaron en el estado cognitivo y la salud cerebral. Uno de ellos encontró mejor memoria verbal inmediata (aceite de
oliva) y memoria efectiva (nueces).
El otro grupo se enfocó en
medir niveles de BDNF (factor neurotrófico cerebral), que está disminuido de manera importante en la depresión, encontrando un mayor nivel de este factor y una
mejoría de la depresión en los participantes que incluyeron frutos secos. (¡Este factor también determina la formación de nuevas células
cerebrales!).
Izquierda: aceite de oliva Oneglia, autor Lemone, Wikimedia Commons Derecha: frutos secos variados, archivo propio |
Conclusión
Todo parece indicar que es
muy beneficioso agregar nueces y semillas a una dieta del estilo mediterráneo,
que es rica en vegetales, frutas (no tropicales), legumbres, pescados, cereales integrales, amén de ser generosos en
aceite de oliva extra-virgen, cierto grado de actividad física y consumo moderado de alcohol (vino). Quiero ampliar más sobre la dieta mediterránea, así que la voy a comentar en un próximo artículo de este blog.
Entretanto, quizás es hora de dejar de
perseguirnos por la manía de las antigrasas, y volcarnos a una alimentación que ha sido probada como beneficiosa por cientos de años.
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