Hace
unas semanas les conté del Dr. Mark Hyman y las Redes Sociales. Quiero
compartir con ustedes la parte 2 de su artículo.
Un
día encontré al Pastor Rick Warren, de la Iglesia Saddleback en California del
Sur, en mi oficina.
Después de su cita fuimos a cenar, y sobre un bol de sopa
de remolacha y repollo, le pregunté sobre su iglesia – yo soy un doctor judío
de New York y sabía poco sobre iglesias evangélicas.
http://www.saddleback.com/ |
Me
comentó que su iglesia tenía 30.000 miembros y que se reunían en 5.000 grupos
pequeños para estudiar, darse apoyo y crecer juntos. No era una mega iglesia
sino miles de mini iglesias.
Esa reunión me dio la idea de probar si a través
del apoyo entre colegas, vecinos y amigos se podría crear salud.
Le
pregunté: “¿por qué no elaboramos un programa y lo ponemos en marcha en estos
grupos pequeños?”. Rick aceptó porque había bautizado recientemente 800 miembros
de la iglesia, y después del número 500, se dijo a sí mismo: “wow, somos una
iglesia obesa, estoy gordo, y necesito hacer algo”.
No
necesitábamos expertos de salud altamente entrenados – excepto para diseñar el
programa…
Así
que hace poco más de un año, conjuntamente con Rick, el Dr. Oz, y el Dr. Amen (un
pastor evangélico, un médico musulmán, uno cristiano y uno judío –lo que puede
parecer el principio de un chiste malo), lanzamos el PLAN DANIEL – un
experimento social para ver si el apoyo de la comunidad era más efectivo que la
medicación o el cuidado médico tradicional para tratar y revertir enfermedad y
crear salud.
El
Plan Daniel (nombrado así por el Profeta Daniel de la Biblia, que resistió la
tentación del rey de malas comidas) es un programa gratuito de bienestar que se
distribuye a través de los grupos pequeños de la iglesia.
Pensamos que se registrarían unos cientos de
personas, pero en la primera semana se inscribieron 15.000 personas, que en
este último año han perdido 250.000 libras – el equivalente a 10 grandes
camiones de refrescos. Siguieron miles de personas y muchas iglesias a nivel
mundial.
De
hecho, nos reunimos recientemente con líderes de iglesias en Atlanta y Bernice
King, la hija de Martin Luther King, Jr., quien piensa que la enfermedad es una
forma de violencia, y que la salud es un derecho humano básico. Dijo que la
salud es una forma de no-violencia contra uno mismo, y que quería hacer de este
programa parte del currículo de no-violencia del Centro King.
Nuestro
experimento social funcionó.
Hicimos
cambiar la biología usando los principios de la medicina funcional – la ciencia
de crear salud a través de las intervenciones en el estilo de vida que
optimizan nuestras REDES BIOLÓGICAS.
Hicimos
que la conducta cambiara usando la comunidad y el poder de la presión positiva
de vecinos y amigos y de las REDES SOCIALES.
Éstas
personas no sólo perdieron un cuarto de millón de libras, también usaron menos
medicación, y muchos de los que se hospitalizaban, necesitaron acudir menos al
doctor. La gente reportó tener más energía, dormir mejor, presión sanguínea más
baja, e incluso mejor piel e impulso sexual.
Un
hombre me comentó que el año anterior había estado 4 veces en el hospital y necesitaba
9 medicamentos, y este año no se había hospitalizado en ninguna ocasión y sólo
necesitaba un medicamento.
La gente perdió 125 libras, 90 libras, 80 libras, ya
no necesitaba insulina y no tenían diabetes, ni necesitaban medicar su
hipertensión arterial – era como un bypass gástrico sin el dolor de la cirugía,
los vómitos y la mala nutrición.
Y
los que hacieron el plan acompañados, perdieron el doble de peso con respecto a
los que lo hicieron solos.
E.O.
Wilson, en su nuevo libro The Social Conquest of the Earth, comenta que la
pertenencia y el poder de la presión grupal de los pares puede ser una fuerza
tanto para el bien como para el mal, puede impulsar la guerra y la violencia,
pero también puede ser una fuerza para sanar.
Esto
fue una revelación para mi: la comunidad no sólo era un sistema para distribuir
la educación de la salud. También era parte de la cura, y el grupo era la
medicina.
Entonces,
¿qué hicimos?. Creamos un programa interactivo distribuido a través de múltiples
medios – educación online, videos, artículos, recetas, webinars hechos
completamente en grupos pequeños y en eventos de la comunidad. Hicimos esto en
Saddleback cambiando la cultura – el Pastor Steve pasó de servir costillitas y
donas en el desayuno a ser un campeón de la salud, literalmente les arrancaba las
donas de la boca a los hombres en su grupo pequeño.
Más
de 1000 personas se presentaron para ser voluntarios como campeones de salud
para sus grupos. Cambiamos lo que se servía en los desayunos bíblicos, los
menús en la refinería, incuso lo que la gente servía en sus casas y en sus
grupos pequeños. La gente aprendió a crear salud junta – a comprar, cocinar,
comer, hacer ejercicio y jugar juntos.
No
tratamos enfermedad. No creamos un programa para perder peso. Les
enseñamos como cuidarse por sí mismos, y combinando ese cuidado con el cuidado
de cada uno de los otros, crearon un pequeño milagro – algo que ni el sistema
de salud ni la reforma de ese sistema de salud han sido capaces de lograr.
En
el sitio más improbable, una gran Iglesia, demostramos que una solución basada
en la comunidad es más efectiva para tratar y revertir la enfermedad crónica
que nuestro moderno sistema de salud. La gente ayudó a cada uno de los otros a
crear salud.
Pienso
que esta es la semilla de una oportunidad mayor. En cada casa, comunidad,
escuela, lugar de trabajo u organización basada en la fe, hay campeones de
salud esperando a que se les pida que hagan presencia y se ayuden entre sí para
recuperar nuestra salud.
Ahora
tenemos la visión de llevar esto a una escala de billones de personas y volver
del revés el sistema de cuidado de la salud. Y
esto es posible no sólo en países ricos. Peers for Progress creó programas
pilotos en los países más pobres,
como Camerún, Uganda, Tailandia y Sur África,
basados en esta fórmula de apoyo entre pares. Los programas para los grupos de
apoyo entre pares han sido más efectivos que el cuidado médico convencional en
la mejoría de la salud de los diabéticos y en disminuir 10 veces los costos del
cuidado de la salud.
Así
que después de la comida en Haití, cuando el terremoto, comencé a pensar que
pasaría si podemos enfrentar este problema no uno a uno a uno en la consulta
del médico y las clínicas, sino en decenas de millones de personas a la vez, en
sus casas, en sus iglesias, en sus escuelas y en sus sitios de trabajo.
Qué
pasaría si podemos tomar ese gran número de personas que están en capacidad de
trabajar, pero que no están trabajando – y creamos un Cuerpo de Salud al estilo
de los Cuerpos de Paz del Presidente Kennedy o a una llamada de acción que
podría ser el equivalente a poner un hombre en la luna al final de la década.
Qué
pasaría si creamos millones de trabajadores comunitarios de salud, si
involucramos a nuestros latentes campeones de salud que ya están en cada comunidad
y en cada organización; gente ayudando a gente, y que con un pequeño
entrenamiento han probado que pueden producir mejores resultados que los
doctores o nuestro sistema de salud para tratar el peor de los problemas de
nuestra era.
Pensé
“éste, quizás, no es un problema médico como una infección o un hueso roto; más
bien, las enfermedades crónicas, como la diabetes y la obesidad, puede que sean
enfermedades sociales y que nosotros
necesitemos una cura social.”
Quizás
es el poder de cada uno de nosotros, apoyándonos los unos a los otros, lo que
pueda devolvernos nuestra salud.
La
enfermedad aguda debe ser dejada a los hospitales, pero crear salud y curar la
enfermedad crónica parece ocurrir mejor en la comunidad – con gente ayudando a
gente, en los sitios donde cada uno de nosotros vive, donde comemos, cocinamos,
aprendemos, trabajamos, jugamos y oramos
Allí
es dónde encontramos salud.
Cuando
estuve en la clínica de Paul Farmer en Haití, leí una placa en francés que
decía “El hombre más feliz es el que hace felices a los demás.”
Un
antiguo proverbio africano dice que “si quieres viajar ligero, viaja solo, pero
si quieres viajar lejos, viaja acompañado.”
¡Hagamos
esto juntos!
¡Gracias
Mark! ¡Esta iniciativa nos contagia a todos de esperanza!
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