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lunes, 28 de mayo de 2012

El Poder de Curar a través las Redes Sociales


Hace unas semanas les conté del Dr. Mark Hyman y las Redes Sociales. Quiero compartir con ustedes la parte 2 de su artículo.

Un día encontré al Pastor Rick Warren, de la Iglesia Saddleback en California del Sur, en mi oficina. 
Después de su cita fuimos a cenar, y sobre un bol de sopa de remolacha y repollo, le pregunté sobre su iglesia – yo soy un doctor judío de New York y sabía poco sobre iglesias evangélicas.
http://www.saddleback.com/

Me comentó que su iglesia tenía 30.000 miembros y que se reunían en 5.000 grupos pequeños para estudiar, darse apoyo y crecer juntos. No era una mega iglesia sino miles de mini iglesias. 
Esa reunión me dio la idea de probar si a través del apoyo entre colegas, vecinos y amigos se podría crear salud.

Le pregunté: “¿por qué no elaboramos un programa y lo ponemos en marcha en estos grupos pequeños?”. Rick aceptó porque había bautizado recientemente 800 miembros de la iglesia, y después del número 500, se dijo a sí mismo: “wow, somos una iglesia obesa, estoy gordo, y necesito hacer algo”.
No necesitábamos expertos de salud altamente entrenados – excepto para diseñar el programa…

Así que hace poco más de un año, conjuntamente con Rick, el Dr. Oz, y el Dr. Amen (un pastor evangélico, un médico musulmán, uno cristiano y uno judío –lo que puede parecer el principio de un chiste malo), lanzamos el PLAN DANIEL – un experimento social para ver si el apoyo de la comunidad era más efectivo que la medicación o el cuidado médico tradicional para tratar y revertir enfermedad y crear salud.
El Plan Daniel (nombrado así por el Profeta Daniel de la Biblia, que resistió la tentación del rey de malas comidas) es un programa gratuito de bienestar que se distribuye a través de los grupos pequeños de la iglesia.


Pensamos que se registrarían unos cientos de personas, pero en la primera semana se inscribieron 15.000 personas, que en este último año han perdido 250.000 libras – el equivalente a 10 grandes camiones de refrescos. Siguieron miles de personas y muchas iglesias a nivel mundial.

De hecho, nos reunimos recientemente con líderes de iglesias en Atlanta y Bernice King, la hija de Martin Luther King, Jr., quien piensa que la enfermedad es una forma de violencia, y que la salud es un derecho humano básico. Dijo que la salud es una forma de no-violencia contra uno mismo, y que quería hacer de este programa parte del currículo de no-violencia del Centro King.

Nuestro experimento social funcionó.
Hicimos cambiar la biología usando los principios de la medicina funcional – la ciencia de crear salud a través de las intervenciones en el estilo de vida que optimizan nuestras REDES BIOLÓGICAS.
Hicimos que la conducta cambiara usando la comunidad y el poder de la presión positiva de vecinos y amigos y de las REDES SOCIALES.

Éstas personas no sólo perdieron un cuarto de millón de libras, también usaron menos medicación, y muchos de los que se hospitalizaban, necesitaron acudir menos al doctor. La gente reportó tener más energía, dormir mejor, presión sanguínea más baja, e incluso mejor piel e impulso sexual.
Un hombre me comentó que el año anterior había estado 4 veces en el hospital y necesitaba 9 medicamentos, y este año no se había hospitalizado en ninguna ocasión y sólo necesitaba un medicamento. 

La gente perdió 125 libras, 90 libras, 80 libras, ya no necesitaba insulina y no tenían diabetes, ni necesitaban medicar su hipertensión arterial – era como un bypass gástrico sin el dolor de la cirugía, los vómitos y la mala nutrición.
Y los que hacieron el plan acompañados, perdieron el doble de peso con respecto a los que lo hicieron solos.

E.O. Wilson, en su nuevo libro The Social Conquest of the Earth, comenta que la pertenencia y el poder de la presión grupal de los pares puede ser una fuerza tanto para el bien como para el mal, puede impulsar la guerra y la violencia, pero también puede ser una fuerza para sanar.

Esto fue una revelación para mi: la comunidad no sólo era un sistema para distribuir la educación de la salud. También era parte de la cura, y el grupo era la medicina.

Entonces, ¿qué hicimos?. Creamos un programa interactivo distribuido a través de múltiples medios – educación online, videos, artículos, recetas, webinars hechos completamente en grupos pequeños y en eventos de la comunidad. Hicimos esto en Saddleback cambiando la cultura – el Pastor Steve pasó de servir costillitas y donas en el desayuno a ser un campeón de la salud, literalmente les arrancaba las donas de la boca a los hombres en su grupo pequeño.

Más de 1000 personas se presentaron para ser voluntarios como campeones de salud para sus grupos. Cambiamos lo que se servía en los desayunos bíblicos, los menús en la refinería, incuso lo que la gente servía en sus casas y en sus grupos pequeños. La gente aprendió a crear salud junta – a comprar, cocinar, comer, hacer ejercicio y jugar juntos.

No tratamos enfermedad. No creamos un programa para perder peso. Les enseñamos como cuidarse por sí mismos, y combinando ese cuidado con el cuidado de cada uno de los otros, crearon un pequeño milagro – algo que ni el sistema de salud ni la reforma de ese sistema de salud han sido capaces de lograr.
En el sitio más improbable, una gran Iglesia, demostramos que una solución basada en la comunidad es más efectiva para tratar y revertir la enfermedad crónica que nuestro moderno sistema de salud. La gente ayudó a cada uno de los otros a crear salud.

Pienso que esta es la semilla de una oportunidad mayor. En cada casa, comunidad, escuela, lugar de trabajo u organización basada en la fe, hay campeones de salud esperando a que se les pida que hagan presencia y se ayuden entre sí para recuperar nuestra salud.

Ahora tenemos la visión de llevar esto a una escala de billones de personas y volver del revés el sistema de cuidado de la salud. Y esto es posible no sólo en países ricos. Peers for Progress creó programas pilotos en los países más pobres,


como Camerún, Uganda, Tailandia y Sur África, basados en esta fórmula de apoyo entre pares. Los programas para los grupos de apoyo entre pares han sido más efectivos que el cuidado médico convencional en la mejoría de la salud de los diabéticos y en disminuir 10 veces los costos del cuidado de la salud.

Así que después de la comida en Haití, cuando el terremoto, comencé a pensar que pasaría si podemos enfrentar este problema no uno a uno a uno en la consulta del médico y las clínicas, sino en decenas de millones de personas a la vez, en sus casas, en sus iglesias, en sus escuelas y en sus sitios de trabajo.

Qué pasaría si podemos tomar ese gran número de personas que están en capacidad de trabajar, pero que no están trabajando – y creamos un Cuerpo de Salud al estilo de los Cuerpos de Paz del Presidente Kennedy o a una llamada de acción que podría ser el equivalente a poner un hombre en la luna al final de la década.

Qué pasaría si creamos millones de trabajadores comunitarios de salud, si involucramos a nuestros latentes campeones de salud que ya están en cada comunidad y en cada organización; gente ayudando a gente, y que con un pequeño entrenamiento han probado que pueden producir mejores resultados que los doctores o nuestro sistema de salud para tratar el peor de los problemas de nuestra era.
Pensé “éste, quizás, no es un problema médico como una infección o un hueso roto; más bien, las enfermedades crónicas, como la diabetes y la obesidad, puede que sean enfermedades sociales y que nosotros necesitemos una cura social.”
Quizás es el poder de cada uno de nosotros, apoyándonos los unos a los otros, lo que pueda devolvernos nuestra salud.
La enfermedad aguda debe ser dejada a los hospitales, pero crear salud y curar la enfermedad crónica parece ocurrir mejor en la comunidad – con gente ayudando a gente, en los sitios donde cada uno de nosotros vive, donde comemos, cocinamos, aprendemos, trabajamos, jugamos y oramos
Allí es dónde encontramos salud.

Cuando estuve en la clínica de Paul Farmer en Haití, leí una placa en francés que decía “El hombre más feliz es el que hace felices a los demás.” 

Un antiguo proverbio africano dice que “si quieres viajar ligero, viaja solo, pero si quieres viajar lejos, viaja acompañado.”
¡Hagamos esto juntos!

¡Gracias Mark! ¡Esta iniciativa nos contagia a todos de esperanza!

¿Tienes comentarios? ¡No dejes de compartirlos con nosotros!

lunes, 23 de abril de 2012

Dime con quien andas...

El Dr. Mark Hyman ha sido mi mentor "virtual" en diabetes a través de sus libros, blog, su página enInternet y sus videos. 
Quierocompartir hoy contigo algunos fragmentos de su charla en TEDMED 2012, recientementepublicados en su blog bajo el título “¿Pueden las Redes Sociales curar las enfermedades? Parte I”.


La semana pasada di una charla en TEDMED sobre cómo las Redes Sociales pueden ser unainesperada solución en nuestra crisis de salud. Hablé sobre...

…cómo podemosmanejar esta disparatada explosión de enfermedades crónicas degenerativasimpulsadas por el estilo de vida, como lo son la enfermedad cardiovascular,diabetes y obesidad (lo que yo llamo DIABESIDAD).

…pensar, siquiera,en cómo resolver este problema que le costará 47 trillones de dólares a laeconomía global en los próximos 20 años, y que para finales de esta décadaestará ocasionando la muerte de 50 millones de personas por año, el doble decualquier enfermedad infecciosa.
Mapa de Diabetes, 2011, Federación Internacional de Diabetes

…cómo podemospensar en un mundo dónde hay más gente son sobrepeso que hambrienta.

¿Cómo podemospensar en un mundo donde pronto habrá cerca de quinientos millones dediabéticos y mil millones de prediabéticos, y solo una fracción de doctores ytrabajadores de salud que los pueda atender? Estas no son enfermedades de losafluentes: ¡se expanden explosivamente en los países más pobres sobre latierra!


Era elprimero de Enero del 2010, y estos pensamientos me vinieron cuando terminé deleer un libro del Dr. Paul Farmer, quien logró tratar con éxito enfermedades comola tuberculosis y el SIDA, catalogadas como intratables, en lugares como Haití, Lima o Ruanda, 
a pesar de la extrema pobreza.

Paul se diocuenta de que no era necesario un nuevoavance en la ciencia, o una nuevamedicación, sino algo muy simple: reconstruir las comunidades y la conexiónrota entre ellas

La genialidad de Paul fue su visión de que la clave para resolver los problemas  no solucionables del sistema de salud radicabaen gente ayudando a gente, en el apoyo entre sí, en acompañarse el uno al otro en el camino a la salud, en acompañarse el uno al otro parareconstruir las comunidades con agua limpia, alimentos, y yendo a las casaspara asegurarse de que el vecino enfermo supiera cuándo y cómo tomar susmedicinas. 
Lo que resultó ser un mejor modelo para la distribución correcta delmedicamento o la información, ya que la comunidad se convirtió en parte de lamedicina, de la cura.

Public Domain, Wikipdia Commons
Ese mes deEnero del 2010 ocurrió el terremoto en Haití.  Me fui con Paul Farmer como parte de unamisión de ayuda, y en una de mis reuniones con la Dr. Alix Lassegue, delhospital más importante de Haití, tuve el conocimiento de que las causas másfrecuentes de admisión al hospital no eran la tuberculosis o el SIDA, sino ladiabetes, la hipertensión y la enfermedad cardiovascular, 90% de las cuales sonprevenibles o reversibles a través de cambios en el estilo de vida.
Estas enfermedadescrónicas han alcanzado cada esquina y cada persona del planeta. La mayoría de ellas,incluyendo el cáncer, el ACV, y aún el Alzheimer, tienen la misma causa o raíz.

Cerca del 80%de los diabéticos están en países pobres, ¡y la mitad de ellos (y casi todoslos prediabéticos) aún no saben de estos diagnósticos!

Allí en Haití, en medio de sangre, pus, y miembros y vidas amputadas, me di cuenta de que había estado demasiado inmerso en la biología delas enfermedades, y que había pasado por alto algo mucho más importante: que la mayoría de las enfermedades crónicasson, muy a menudo, una enfermedad SOCIALmás que un problema de biología.

Hoy en díasabemos que es más probable ser obeso si nuestros amigos son obesos, que el que nuestros padres sean obesos. 
Que los lazos genéticos pueden ser menos importantesque los lazos sociales, y que nuestras conexiones sociales y nuestra necesidadancestral de ser parte de una tribu, pueden ser el camino a la epidemia deenfermedades crónicas. 
Que puede ser que la SOCIOGENÓMICA, o cómo las redes sociales influencian la salud y laenfermedad y alteran la expresión genética, sea el lugar que debamos mirar paraencontrar la solución. 

No podemosmedicar nuestro camino para escapar de una mala dieta. Es un sinsentido tomar una estatinamientras nos comemos una hamburguesa doble con queso, papas fritas y unagaseosa.

Pero se hadescubierto una nueva droga que puede modular beneficiosamente miles de genes, potenciar la función de  docenas dehormonas, regular decenas de miles de redes de proteínas, y prevenir o incluso revertir la mayoría de las enfermedades crónicas. Trabaja más rápido, mejory es más barata que cualquier otra droga descubierta, y está al alcance de casicualquier persona en el planeta en este mismo momento…

Es la comida.
Sabemos que los alimentos no sólo soncalorías, son información, y puedenactualizar nuestro software biológico.

La mayoría delas enfermedades crónicas son una enfermedad de la alimentación. Comiendo nos metemos en el problema, y comiendo salimos de él. 

El colesterolalto no es una deficiencia de estatinas (un medicamento utilizado para bajarlo),así como la diabetes no es una deficiencia de Avandia (un medicamento usado enel control de esta enfermedad). No hacen que ninguno de estos problemasmejoren; con ellas sólo estamos “re-arreglando lassillas del Titanic”.

Las estatinasaumentan el riesgo de diabetes en mujeres en 48%, y Avandia, el bestseller #1 delos fármacos para el tratamiento de la diabetes, ocasionó casi 200.000 muertesdesde que entró en el mercado en 1999.

Las estatinas,diseñadas para prevenir los ataques cardíacos, causan diabetes, y losmedicamentos diseñados para tratar la diabetes están causando ataquescardíacos.

Ésto es el Farmagedón.

Después deHaití caí en cuenta de que la respuesta tenía que estar en otro lado. Si lasredes sociales pueden promover un estilo de vida que nos enferme, quizás podamosusar las redes sociales para crear salud.

Sabemos cómoprevenir, tratar e incluso revertir la diabetes y la enfermedad cardiovascular,pero hemos fallado miserablemente en hacerlo.
Podemoserradicar la diabetes tipo 2 de la misma manera en que el científico LarryBrilliant ayudó a erradicar la viruela.

Sin embargo,las personas se rinden cuando piensan en la obesidad y las enfermedadescrónicas que están matando a la mayoría de la población mundial.
Es demasiadoabrumador, demasiado grande. Pero yo no pienso que lo sea, yo creo que es unproblema pequeño, un problema local, un problema comunitario.

Después queregresé de Haití, algo en lo que comencé a pensar es que si estamos enfermos,el mejor lugar para crear salud puede no ser el consultorio del médico o laclínica, sino nuestra comunidad con un poco de ayuda de parte de nuestrosamigos.
Me di cuentade que sanar puede ser como ser parte de un equipo en los deportes.

Esta es la parte I. 
¡Tremendas reflexiones!

Comparte con nosotros qué piensas al respecto.

lunes, 24 de octubre de 2011

La era de la información


Según varios artículos de revisión publicados en Estados Unidos y en Europa, menos del 40% de los pacientes con diabetes controlan su glicemia al menos 1 vez al día, aún si están recibiendo tratamiento con insulina, aunque hacerlo cambiaría dramáticamente su calidad de vida.
Y si no hacen el control básico, mucho menos miden cómo está su glicemia con las comidas. Siendo la comida el principal actor en los cambios de la glicemia, ¿cómo es que sólo se les pide a estos pacientes chequear la glicemia para ver si la medicación es efectiva, ya sea para contrarrestar el efecto de la comida o para mantener un control general?

Cuando empecé a medir los efectos de los alimentos que comía a través de la glicemia capilar (hecha con ese pequeño aparatico en el que pones una gota de sangre tomada de la punta de uno de tus dedos y que te dice en menos de 5 segundos cuál es tu glicemia), descubrí que no todos los alimentos tienen el mismo efecto. Aprendí, por ejemplo, que prácticamente todos los tipos de pan que comía tenían la capacidad de subir mi azúcar en la sangre (y créeme, siendo de ascendencia portuguesa, comía pan en todas sus formas). Lo mismo pasaba con el arroz y las papas. No dependía de si comía mucho o poco pan, arroz o papas, sino de si los comía o no. 
Siendo médico, empecé a compartir este descubrimiento con mi familia, mis amigos y mis pacientes, y una vez tras otra, los resultados eran los mismos: más que la cantidad, era el tipo de alimento el principal factor en subir la glicemia.
Y aunque a veces protestaban diciéndome: “Uff, Maru... ¿quiere decir esto que tengo que aprender una larga lista de lo que sí y de lo que no afecta mi glicemia? ¡Eso es muy complicado!”, los beneficios sobrepasaban el precio del aprendizaje. 
Muchas veces me comentaban: “Doctora, me habían dicho que podía comer sin problemas patilla o melón, pero no es verdad, ¡me suben la glicemia! En cambio, la manzana verde casi no me afecta”, o bien, “¡las lentejas me caen de maravilla!”, “la cebada perlada es tan sabrosa como el arroz y acompañando el pollo o la carne, me mantiene bien la glicemia”, “media taza de arroz me sube mi glicemia”, “¡Caramba, no sabía que el jugo de naranja podía subir tanto mi glicemia!”

A muchos de mis amigos y pacientes su médico o la nutricionista, les dicen que el tipo de alimento no es importante, sino la cantidad que comen. Llegan a mi consultorio con sus menús y listas de alimentos y las cantidades que tienen que comer, basados en conceptos desactualizados, con glicemias elevadas, o saturados de medicamentos y sufriendo sus efectos secundarios. No hay educación sobre indices y cargas glicémicas, grasas esenciales, intolerancia a los carbohidratos.
Es ahí cuando me pregunto... ¿no es ésta la era de la información? ¿Entonces, por qué no la usamos?


No soy pionera en esta información. Puedes encontrar material valioso en las páginas de la Universidad de Sidney (Dra. Brand-Miller) o en la de David Mendosa. Pero he visto los resultados de usar la información. Por eso inicié este blog e hice el ebook “Lo que su doctor no sabe acerca de la glicemia”. Si quieres una copia de este ebook, escríbeme a mi email y te lo envío (¡es gratis!).

lunes, 17 de octubre de 2011

Nuestro Cuerpo Prehistórico


Me imagino que te quedaste pensando con fastidio acerca de la elección de alimentos y lo que eso significa en tu vida a diario. Tengo un amigo médico odontólogo que siempre dice “todo lo que es bueno y sabroso en esta vida produce diabetes, cáncer, enfermedades cardíacas o SIDA”. Y eso no es verdad.

Imagínate que uno quiera cortar carne con un martillo. O tomar café con un tenedor. O ver televisión metido dentro del mar haciendo submarinismo. ¡Ah, ya sé, me vas a decir que son ridículas las comparaciones! Y lo son, pero quiero destacar con ellas que asumimos que “todo lo sabroso” nos afecta negativamente de alguna manera. En realidad, otros han decidido y nos han enseñado lo que es “sabroso” violando las reglas de cómo fuimos creados.

Glyptodon, Old Drawing, Wikipedia Commons
Nuestro organismo tiene, genéticamente hablando, millones de años. Hasta hace como 10.000 años, vagábamos de un lado para otro, empujados por los cambios de clima y la facilidad de conseguir comida, es decir, siguiendo instintos básicos de supervivencia. No había agricultura, no había comodidades, y pasábamos, con mucha frecuencia, días enteros sin comer. Nuestro cuerpo se volvió experto en sacar el provecho máximo de la caza y pesca, y de la recolección de frutas, nueces y raíces silvestres, y generamos un eficiente sistema de acumulación de grasa en nuestro cuerpo para poder enfrentar, sin morirnos de hambre, los períodos sin comida a la mano. Eso nos dotó de hormonas ahorradoras (insulina) y gastadoras (glucagón) que nuestro organismo ponía en juego para mantenernos vivos.

Genéticamente no hemos avanzado mucho desde entonces. Quizás una de cada 4 personas (o menos), tiene un sistema que maneja estas hormonas de manera “modernizada”. Pero todos los demás seguimos siendo prehistóricos.

Es decir, nuestro cuerpo no dispone de herramientas para manejar alimentos procesados.

Pero vivimos en épocas modernas, manejamos nuestro tiempo según otras agendas (casi nunca las propias, porque hay jefes, tráfico, presiones económicas, etc.), y además tenemos tradiciones y un círculo donde nos movemos que nos enseñan lo que es “sabroso”. Y eso sin entrar en detalles morales con respecto al adoctrinamiento publicitario conque las compañías de alimentos nos bombardean a diario (más sobre eso en próximos artículos).
Los cereales, los jugos, la pastelería, las latas, las grasas trans, la leche, los pesticidas y fertilizantes, (y no voy a seguir abundando en la lista por lo interminable), forman parte de esa vida diaria, pero nuestro cuerpo viene mal equipado para manejarlos.
Y créeme que no estoy implicando que volvamos a la caza y pesca del hombre prehistórico. Pero sí que vayamos a alimentos menos procesados (o nada procesados), lo más orgánicos que nos permita el bolsillo o la disponibilidad, que aprendamos que nos hace mal, y que pasemos la información y la pongamos en acción.

Kalina, Cazador-Recolector, Wikipedia Commons
Gary Taubes hace referencia en sus libros “Good Calories, Bad Calories” y “Why We Get Fat”, a estudios bien serios que ponen en evidencia hechos sorprendentes (para nosotros, los “civilizados”): la acidez, gastritis y úlceras digestivas así como la apendicitis, son afecciones que se presentaban entre los colonizadores, pero no en los indígenas colonizados, hasta el momento en que éstos cambiaban sus dietas; las culturas que mantienen intactas sus costumbres “primitivas” pueden morirse de una infección aguda o un accidente, pero no sufren enfermedades crónicas degenerativas como diabetes, cáncer o artritis.

Así que te invito a que reflexiones sobre lo “sabroso” y empieces a descubrir, llamado a curiosidad por nuestros artículos, qué hay detrás de ese adjetivo.

viernes, 14 de octubre de 2011

Diabetes al Día

Aspiro a que la salud sea finalmente considerada un derecho humano por el que luchar, no una
bendición divina por la que debamos rezar.
Kofi Annan, Secretario General de la ONU
(fotografía de Wikipedia Commons, by Ricardo Stuckert/ABr )

Esta cita de Kofi Anan encabezó el kit de prensa de la ONU destinado a promover la campaña “Unidos por la Diabetes” y  la creación del Día Mundial de la Diabetes (14 de Noviembre del 2007).

La campaña respondía al hecho de que el número personas con diabetes había aumentado de 30 millones (1985) a 230 millones y se estimaba que para el 2025 habría alrededor de 350 millones. Esta campaña invitaba a los gobiernos de todo el mundo a unirse para luchar contra la enfermedad. Debido a la magnitud de las cifras, la diabetes pasó a ser considerada una EPIDEMIA, lo cual no deja de ser contradictorio pues no es una enfermedad provocada por virus o bacterias. Parte de los lineamientos en ese kit eran:

·        Cada año 6 millones de personas desarrollan diabetes.
·        Cada año, cerca de 3 millones de muertes están ligadas directamente a la diabetes.
·        Cada diez minutos 2 personas contraen diabetes.
·        En 2007, la diabetes causará 3,5 millones de muertes en todo el mundo.
·        7 de cada 10 países con el mayor número de personas con diabetes están países en vías de desarrollo.

Martin Silink, Presidente electo de la FID escribió en esa publicación de prensa la siguiente frase:
Es hora que la diabetes salga de las sombras y que la comunidad global reconozca la enormidad de la epidemia que supone esta enfermedad.

Y George Alberti, antiguo Presidente de la FID:
Esta es una de las mayores catástrofes sanitarias que el mundo ha visto. Los costos económicos y sociales de la enfermedad serán intolerables si los gobiernos no despiertan ya y los toman en consideración.

No podemos decir que ese kit de prensa haya servido para algo más que dar a conocer el problema. Aunque  la campaña oficial Unidos por la Diabetes desplegó el lema “No Hacer Nada No Es Una Opción”, y a pesar de los esfuerzos (básicamente diplomáticos e ineficaces) de la ONU, las cifras recién publicadas por el Atlas de Diabetes de la IDF (International Diabetes Federation) revelan una estremecedora realidad digna de la película “Cuando el destino nos alcance” (Soylent Green, 1973): hay en este momento 366 millones de diabéticos a nivel global. El 2025 es AHORA.

Y las países latinos no escapan de esta realidad global, con un 6-12% de la población afectada por la diabetes (y creciendo). Sólo entre Venezuela y Colombia se registraron 2.5 millones de diabéticos para el 2010. En Centro América 1 de cada 10 habitantes tiene diabetes, en México 1 de cada 8.

¿Qué está ocurriendo para que esta enfermedad haya aumentado 12 VECES en apenas una generación?

Indudablemente una de las causas está ligada al consumo de alimentos muy procesados, sobre todo carbohidratos. Nuestra vida de apretados horarios nos ha llevado a elegir cosas fáciles de preparar (o ya preparadas), desestimando la cocina tradicional de nuestros antepasados. 


No es fácil encontrar o tener la posibilidad de comprar alimentos poco procesados y/o frescos, y yo agregaría además, que la gran desinformación no ha hecho otra cosa que confundir y estimular el uso de alimentos que favorecen la aparición de la diabetes.

No dejes de leer la continuación de este post.






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