lunes, 18 de abril de 2011

Fructosa, ¿un veneno? (Parte 1)

Hace unos días mi amigo Víctor me mandó un link (enlace) muy interesante aparecido en el New York Times escrito por Gary Taubes, un reportero especialista en áreas de salud, que quiero compartir con todos mis lectores en el día de hoy (http://www.nytimes.com/2011/04/17/magazine/mag-17Sugar-t.html?_r=1&emc=eta1)

Gary Taubes comienza diciendo que el 26 de Mayo del 2009, el Dr Robert H. Lustig, probablemente una de las autoridades más importantes en USA sobre Endocrinología Pediátrica y Obesidad en Niños, dio una conferencia de casi 90 minutos sobre los efectos del azúcar y la fructosa  (el azúcar originalmente presente en la fruta, de ahí su nombre) llamada “Azúcar: La Amarga Verdad” (Sugar: The Bitter Truth). La ponencia del Dr. Lustig se subió a YouTube en Julio de ese mismo año y ha sido vista más de 800.000 veces desde entonces, algo absolutamente notable para una conferencia de esa duración y que trata sobre los detalles y minucias de la bioquímica de la fructosa y la fisiología humana.



Cuando empecé hace más de 15 años a re-aprender sobre el azúcar y el metabolismo de los carbohidratos y posteriormente sobre carga e índice glicémicos, lo que más me sorprendió fue que el azúcar de mesa impactaba menos sobre la glicemia (azúcar en la sangre) que el Corn Flakes. El azúcar corriente o sacarosa está compuesta de 2 azúcares más sencillos llamados glucosa y fructosa (en proporciones aproximadamente iguales). El primero se usa como patrón de comparación para establecer que tan rápido y alto sube la glicemia (índice glicémico) cuando comemos carbohidratos, y su valor como patrón de referencia es de 100; el segundo tiene apenas un índice de 19, lo cual, para mí y para muchos otros médicos y especialistas en nutrición que trabajamos con índices glicémicos, lo hacía el “azúcar” ideal para endulzar ya que tiene poco efecto sobre la glicemia.

Hace dos años ese concepto dio un giro de 180° cuando leí un reporte aparecido en la revista Life Extension de Diciembre del 2008 (http://www.lef.org/magazine/mag2008/dec2008_Metabolic-Dangers-of-High-Fructose-Corn-Syrup_01.htm). Las primeras líneas eran contundentes: “A diferencia de la glucosa, la fructosa es rápidamente convertida en grasa dentro del hígado…, la ingestión prolongada y continua de fructosa aumenta los perfiles lipídicos desfavorables  en el organismo…”

El Dr. Robert Lustig  fue mucho más contundente en su conferencia al calificar la fructosa como VENENO.  Afirmación terrible si se tiene en cuenta su presencia en una enorme cantidad de alimentos procesados que se consumen a diario a nivel mundial.

Aunque voy a ahondar sobre ello en algunas de las próximas entradas de este blog, hay un mensaje dentro de la conferencia del Dr. Lustig que realmente me dejó literalmente sin habla: la presencia de jarabe de maíz (que no es otra cosa que fructosa) en cantidades exorbitantes en las fórmulas infantiles que se usan para alimentar a los bebés.


Y aunque puede parecer una afirmación amarillista, como médico comparto con el Dr. Lustig el asombro y el enojo por el uso, como revela en su presentación, de más del 50% de carbohidratos en esas fórmulas infantiles (al menos 43,2% de sólidos de jarabe de maíz, y 10,3% de sacarosa o azúcar común). Si tomamos en cuenta que una lata de Coca Cola estándar tiene 10,5% de sacarosa, la pregunta que hace el Dr. Lustig de si le daríamos a un bebé un tetero con 8 onzas de Coca Cola no parece retórica sin sentido: todos diríamos que ¡NO! enfáticamente, y sin embargo le damos la misma cantidad de azúcar en la fórmula infantil y, además, le agregamos un alto porcentaje de fructosa, el cual el Dr. Lustig cataloga, con toda razón, de hepatotoxina.

En el libro "Obesity Before Birth" (Obesidad antes de nacer), del cual el Dr. Lustig  es editor, aparecen relacionados los factores que pasando a través de la placenta y desde la madre afectan al bebé dentro del útero, y es  alarmante como estos factores se perpetúan después del nacimiento, dañando su fisiología desde los primeros meses.

En el Evangelio según San juan, capítulo 8, está escrito "...y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres". Sé muy bien que estamos cansados de nos presenten "verdades" sobre los alimentos que después resultan ser mitos o falsedades. Pero basta mirar tantos bebés "gordos" para darnos cuenta de que la obesidad epidémica los ha alcanzado y de que tenemos que buscar qué está pasando y hacer algo al respecto.

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