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lunes, 9 de julio de 2012

Carl Rehnborg: el principio de Nutrilite

Desde la antigüedad, la medicina china, a diferencia de la occidental que pensaba que todas las enfermedades se originaban en gérmenes o en tóxicos, recurría a las hierbas y plantas para devolver al cuerpo el balance del que ha sido privado por una dieta deficiente. De esa manera, le proporcionaba los elementos de base para que el propio organismo fuera capaz de sanarse.

Carl Rehnborg, a través de una década de observaciones en China, se dio cuenta de que a medida que las personas migraban del ambiente rural a la ciudad, también cambiaban su alimentación basada en plantas por carnes, frituras y alimentos procesados, y se enfermaban con frecuencia. 



Por su trabajo en la industria láctea Carnation a principios del siglo XX, sabía que habían descubierto que las vacas alimentadas con alfalfa daban más leche. Carl supuso que en esa planta había alguna forma balanceada de nutrición, y comenzó a pensar en cómo procesarla para el consumo humano. El hecho de que a su padre, en 1924, le amputaran ambas piernas por arterioesclerosis, fue un elemento adicional para impulsar la búsqueda de una respuesta.

Arriba: Pasaporte de Regreso de China
Abajo: Primera familia
A pesar del escepticismo de la comunidad científica de  los años XX, que todavía no aceptaba que las enfermedades pudieran provenir de las carencias alimentarias, Carl creía que podía hacer un suplemento para hacer que la gente se sintiera mejor y fuera capaz de aumentar su capacidad de luchar contra las enfermedades. Todavía no sabía si el suplemento sería en forma de galletas, tabletas o polvo.


En 1927 regresó a los Estados Unidos con apenas 24$ en los bolsillos y el sueño de desarrollar un suplemento basado en plantas para mejorar la salud. Aunque carecía de dinero, no quiso emplearse y aceptó trabajos por su cuenta que le reportaban pocos ingresos y que, junto con la obsesión por encontrar la manera de producir los concentrados vegetales, finalmente derrumbaron su primer matrimonio. 
Sin la preocupación de cómo mantener a su familia, Carl se sumergió en sus investigaciones sobre cómo obtener extractos de alfalfa, berros, e incluso perejil. Diseñó un sistema para cosechar estas plantas de manera que nunca cayeran en el suelo y tuvieran que ser lavadas, porque pensaba que hacerlo les robaba nutrientes.

De acuerdo a la Dra. Artemis Simopoulos, fundadora de The Center for Genetics, Nutrition and Health, y experta en Omega 3, Carl Rehnborg fue un auténtico pionero en la investigación de la nutrición, adelantado por varias décadas a su época.

A pesar de trabajar intensamente hasta 18 horas diarias en el cultivo, cosecha, deshidratación y molido de las plantas, a Carl le llevó 7 años conseguir un primer suplemento que pudiera vender, y que consistió en un concentrado de plantas, una tableta masticable de minerales y un aceite soluble rico en vitaminas A y D.
Por primera vez en la historia moderna se había creado un concentrado de plantas con vitaminas y minerales, ideado para cubrir las deficiencia de la alimentación y asistir al organismo en la prevención de las enfermedades. ¿El año? 1934

Arriba: herramienta para recoger la cosecha sin que tocara el suelo
Abajo: deshidratación y concentración de la alfalfa

Al principio, Carl regalaba sus suplementos, pero sus amigos no se decidían a probarlos (uno de sus vecinos tildaba los suplementos de "alimento para conejos"), por lo que comprendió que él mismo tenía que darle un valor si quería que fuesen apreciados. Comenzó a buscar alternativas para comercializarlos de manera efectiva e incluso consiguió que se le entrevistase en la radio, lo que era todo un logro para esa época de finales de los años 30.

Para 1939, en la búsqueda de un nombre más adecuado para sus suplementos, Carl encontró un artículo científico escrito por Roger Williams, en el que se mencionaba la palabra Nutrilite (Nutrilitos) para referirse a “todos los elementos necesarios para la nutrición humana incluyendo, aunque no de manera limitada, a las vitaminas.”

Carl Rehnborg sabía por experiencia propia lo que significaba suplir al cuerpo de lo que Roger Williams llamaba Nutrilitos: un brebaje repugnante muy parecido en su contenido le había salvado la vida en Shanghai. Carl se enamoró del término y así nació Nutrilite Inc., y una nueva era en la suplementación alimentaria. Carl Rehnborg pasó a ser conocido como VITAMIN MAN (el hombre vitamina).

Izquierda: bandeja para encapsular los suplementos
Derecha: primeros suplementos Nutrilite

Obsesionado con hacer que las personas usaran estos concentrados y vitaminas para mejorar su salud, Carl intentó numerosas maneras de venderlos, e incluso se inscribió en el curso de ventas de Dale Carnegie. Uno de los profesores, el doctor en psicología William Casselberry, se impresionó con el suplemento, sus efectos y su potencial, y decidió buscar el apoyo de Lee Mytinger, un experto vendedor. Entre ambos pusieron en marcha una forma de comercialización basada en el sistema que usaban JC Penney y Sears para promover tiendas asociadas, y Mytinger-Casselberry se convirtió en el primer distribuidor exclusivo de Nutrilite en California.

Sin saberlo, Carl Rehnborg, Lee Mytinger y William Casselberry crearon el primer sistema multinivel del mundo y lanzaron a Nutrilite al justo camino de la fama.

Finalmente Carl Rehnborg lograba que sus concentrados de plantas llegaran a miles de usuarios que encontraban un suplemento no sólo fácil de digerir, sino de efectos extraordinarios sobre su salud.

Como todos los pioneros en cualquier campo, Carl Rehnborg pasó por etapas prolongadas de frustación y rechazo antes de llegar a producir un suplemento que pudiera ser usado en el consumo humano. Persistió, sin embargo, impulsado por la misión de devolver a la gente los micronutrientes que la sabia naturaleza había incluído en los alimentos, y que la industrialización les había robado mientras los procesaba.

martes, 1 de mayo de 2012

Tendencias: Una Palabra de Moda en el Siglo XXI


Una de las cosas más maravillosas de las redes sociales, entre las cuales incluyo los blogs, aunque técnicamente no son redes sociales propiamente dichas, es que nos permiten comunicarnos a una velocidad extraordinaria.
Sin tener todo el poder que exhiben las páginas web, los blogs son una forma fácil de comunicar nuestras ideas; no requieren mayor pericia técnica, y algunos de ellos, como blogger, son totalmente gratuitos e intuitivos.

Hoy podemos encontrar blogs dedicados a muchísimos tópicos, pero mis preferidos son aquellos que agregan valor a la vida de las personas y que, aunque no proporcionan ganancias en dinero (la mayoría de ellos), sirven para informarnos, enseñarnos, curarnos, para orar, y como apoyo ante situaciones difíciles.
Es por ello que con frecuencia publico enlaces de los que más me gustan o con los que pienso pueden ser de mayor utilidad para mis lectores.

La Sopa de Tomate y La Sopa de Tomate Light se han convertido en excelentes aliados a la hora de cocinar rico y quiero compartir con ustedes una publicación reciente en estos blogs  en la que su autora, Cristina Gomes, nos cuenta sobre cómo convertir un pequeño espacio de la casa en una huerta. Y cuando digo pequeño, es que ni siquiera califica para balcón, es apenas una gran ventana de la que cuelgan varias jardineras.



Llevo ya algún tiempo viendo en la tele uno de los programas del que considero uno de los mejores chefs del momento, Jamie Oliver; en él, este cocinero británico enseña a la audiencia a cocinar ricas recetas sino que también ha dedicado parte de este show, llamado Jamie at Home (Jamie en casa), a crear una huerta en nuestra casa con los productos que más consumimos, con tips de cómo sembrarlos, cómo hacerlos orgánicos sin fertilizantes ni pesticidas químicos, usando animalitos que Papá Dios nos regaló para beneficio de nuestras matas, y cómo y cuando cosecharlos.

Foto original de: Making a difference by planting a garden, Snack Girl
Pues bien, parece que esta tendencia se ha extendido como las ramas de los guisantes, apoderándose de varios sitios web, afianzando sus brotes por todos lados. Ese es el caso que me he encontrado en la página de internet de Williams-Sonoma, una prestigiosa marca de los Estados Unidos relacionada a todos los campos de la cocina, y en la cual encontrarán bajo su nueva sección Agrarian, una cantidad de plantas de lechugas diferentes, semillas y plantas de hierbas y hasta árboles frutales que está vendiendo por este canal junto con diferentes herramientas para que los dedicados gourmets pongan en práctica la siembra de huertos en casa. Otra de las páginas donde he encontrado mencionado el tema de los huertos son la página de Facebook de Charvenca y la página web de Telemundo 51 de Miami, el blog de Snack Girl entre otras.

Yo ya me contagié de esta tendencia verde de cocina y he sembrado mi huerta pequeñita en el balcón de la casa, sembrando algunas hierbas aromáticas como el tomillo, el romero, la albahaca. orégano, y salvia; además, también sembré tomates (por supuesto, jeje) de dos variedades, pimientos y ají dulce hace casi dos semanas, y comparto acá algunas de las fotos de mis bebés recién nacidos.


Anímate, es divertido y desestresante, además después de todo será un orgullo comerte tus propios tomates ¿no te parece?

¡¡Excelente artículo!!

En esa tónica, pero a una escala mucho mayor, la Prof. Joan Gussow hizo un magnífico jardín a la orilla del río Hudson, en Nueva York, como nos cuenta en su hermosísimo libro This Organic Life, Confessions of a Suburban Homesteader (Esta Vida Orgánica, Confesiones de una Colono Suburbana).

Aunque no voy a ampliar hoy sobre contenidos orgánicos, si quiero dejarles como aperitivo que la cultura orgánica y los pequeños jardines caseros son una excelente defensa en el medio de esta botánica moderna que nos enferma con pesticidas, fertilizantes, y frutas y vegetales nutricionalmente empobrecidos.

Quiero invitarte, como ya lo hace Cristina en su blog, a que hagas comentarios. Son vitales para la comunicación y, porque no decirlo, para volver epidémicas estas tendencias.

lunes, 17 de octubre de 2011

Nuestro Cuerpo Prehistórico


Me imagino que te quedaste pensando con fastidio acerca de la elección de alimentos y lo que eso significa en tu vida a diario. Tengo un amigo médico odontólogo que siempre dice “todo lo que es bueno y sabroso en esta vida produce diabetes, cáncer, enfermedades cardíacas o SIDA”. Y eso no es verdad.

Imagínate que uno quiera cortar carne con un martillo. O tomar café con un tenedor. O ver televisión metido dentro del mar haciendo submarinismo. ¡Ah, ya sé, me vas a decir que son ridículas las comparaciones! Y lo son, pero quiero destacar con ellas que asumimos que “todo lo sabroso” nos afecta negativamente de alguna manera. En realidad, otros han decidido y nos han enseñado lo que es “sabroso” violando las reglas de cómo fuimos creados.

Glyptodon, Old Drawing, Wikipedia Commons
Nuestro organismo tiene, genéticamente hablando, millones de años. Hasta hace como 10.000 años, vagábamos de un lado para otro, empujados por los cambios de clima y la facilidad de conseguir comida, es decir, siguiendo instintos básicos de supervivencia. No había agricultura, no había comodidades, y pasábamos, con mucha frecuencia, días enteros sin comer. Nuestro cuerpo se volvió experto en sacar el provecho máximo de la caza y pesca, y de la recolección de frutas, nueces y raíces silvestres, y generamos un eficiente sistema de acumulación de grasa en nuestro cuerpo para poder enfrentar, sin morirnos de hambre, los períodos sin comida a la mano. Eso nos dotó de hormonas ahorradoras (insulina) y gastadoras (glucagón) que nuestro organismo ponía en juego para mantenernos vivos.

Genéticamente no hemos avanzado mucho desde entonces. Quizás una de cada 4 personas (o menos), tiene un sistema que maneja estas hormonas de manera “modernizada”. Pero todos los demás seguimos siendo prehistóricos.

Es decir, nuestro cuerpo no dispone de herramientas para manejar alimentos procesados.

Pero vivimos en épocas modernas, manejamos nuestro tiempo según otras agendas (casi nunca las propias, porque hay jefes, tráfico, presiones económicas, etc.), y además tenemos tradiciones y un círculo donde nos movemos que nos enseñan lo que es “sabroso”. Y eso sin entrar en detalles morales con respecto al adoctrinamiento publicitario conque las compañías de alimentos nos bombardean a diario (más sobre eso en próximos artículos).
Los cereales, los jugos, la pastelería, las latas, las grasas trans, la leche, los pesticidas y fertilizantes, (y no voy a seguir abundando en la lista por lo interminable), forman parte de esa vida diaria, pero nuestro cuerpo viene mal equipado para manejarlos.
Y créeme que no estoy implicando que volvamos a la caza y pesca del hombre prehistórico. Pero sí que vayamos a alimentos menos procesados (o nada procesados), lo más orgánicos que nos permita el bolsillo o la disponibilidad, que aprendamos que nos hace mal, y que pasemos la información y la pongamos en acción.

Kalina, Cazador-Recolector, Wikipedia Commons
Gary Taubes hace referencia en sus libros “Good Calories, Bad Calories” y “Why We Get Fat”, a estudios bien serios que ponen en evidencia hechos sorprendentes (para nosotros, los “civilizados”): la acidez, gastritis y úlceras digestivas así como la apendicitis, son afecciones que se presentaban entre los colonizadores, pero no en los indígenas colonizados, hasta el momento en que éstos cambiaban sus dietas; las culturas que mantienen intactas sus costumbres “primitivas” pueden morirse de una infección aguda o un accidente, pero no sufren enfermedades crónicas degenerativas como diabetes, cáncer o artritis.

Así que te invito a que reflexiones sobre lo “sabroso” y empieces a descubrir, llamado a curiosidad por nuestros artículos, qué hay detrás de ese adjetivo.

martes, 27 de septiembre de 2011

La mantequilla: sabrosa y ...sana!

Quizás debería empezar por pedir disculpas por el largo silencio en este blog, pero llevaría muchas páginas explicar el torbellino de trabajo en el que me he visto envuelta, y la nueva misión conque mi corazón quedó atrapado y que pronto compartiré contigo.
No quiero hacer promesas sino trabajar de frente contigo y verter de lo que he ido aprendiendo en las entradas.


Searobin, Wikipedia Commons
Hoy quiero compartir contigo sobre la mantequilla.
En esta primera parte hablaremos de algo de su historia y sus características, y en el próximo artículo acerca de su injustificada fama de contribuir a las enfermedades cardiovasculares.

Se cree que la palabra mantequilla se origina de un latinismo del griego “bou tyron” que quiere decir “queso de vaca”, aunque no es claro si simplemente era una forma que tenían de denominarla los cuidadores de rebaños de las regiones orientales de Europa y Asia.

Históricamente se piensa que al principio la mantequilla se hacía de la leche de la cabra o de la oveja, pues el ganado vacuno todavía no se había domesticado.
Se la menciona en la Biblia tanto en el libro de los Jueces en la época del Faraón Tutankamon (1300 años antes de Cristo), como en los Proverbios.
La referencia más antigua sobre la mantequilla se encuentra en una tabla que data unos 4500 años, en la cual se ilustra cómo hacerla.
En la India se usaba no sólo como alimento sino como combustible para las lámparas y para proteger la piel, y Galeno la consideraba un agente medicinal, al igual que Hipócrates, y es muy posible que los romanos usaran la mantequilla para hacer brillar su cabello.
Ya sea por razones religiosas, medicinales o simplemente como alimento, la mantequilla ha sido muy apreciada durante más de dos mil años.

Técnicamente la mantequilla es un lácteo. Se produce al batir leche o crema,  frescas o fermentadas. Los detalles más antiguos que se conocen acerca del proceso de manufactura de la mantequilla provienen de los árabes y los sirios, que todavía usan el mismo proceso arcaico de sus ancestros de batir la crema de leche en un recipiente hecho de piel de cabra.

La mantequilla regular contiene grasa, agua y algo de proteína láctea.   Además de ser hecha de leche de vaca, oveja y cabra, también se hace de leche de búfala y de yak, los bovinos himalayos.

Su color puede ser amarillo muy claro o tener un tono más intenso, pero este color puede modificarse a través de la alimentación de las vacas o bien agregando colorantes naturales durante su producción (como el onoto y los carotenos).

La mantequilla puede ser clarificada para extraer el agua y dejar prácticamente solo grasa láctea. Según la medicina Ayurveda, la mantequilla clarificada o Ghee, ampliamente usada en la India, Nepal, Bangladesh y Pakistán, es rica en vitaminas A y D, y tiene usos religiosos y en la cocina. Se dice que es excelente para la salud de piel, músculos, ojos y huesos.

Reiner Senz, Wikipedia Commons

Al menos hasta mediados del siglo XX, era impensable que la mantequilla fuera dañina para la salud dada su antigüedad dentro de la comida, ya fuera usada en caliente para  cocinar algún alimento, o bien en frío esparcida sobre otros alimentos.

De hecho, la mantequilla clarificada es un 99% grasa y la medicina Ayurvédica la considera óptima para el consumo humano. ¿Por qué, entonces, la mala fama?
Te invito a leer mi próxima entrada
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