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domingo, 15 de abril de 2012

Lo que me abruma de la leche


Aunque no soy vegetariana, y Dios nos hizo omnívoros, me invade una profunda tristeza e, inevitablemente, ira, cuando sé del trato que los productores de carne le dan a los animales destinados a alimentarnos. Lamentablemente somos colaboradores en gran manera, pues desviamos nuestros ojos de cómo se manipulan estos animales, sean reses, cerdos, aves, e incluso, peces.

Mis pacientes me miran con horror cuando les pregunto si saben que la leche de vaca tiene “un contenido permitido de pus”. Incluso he sido tildada de exagerada y de “comprar” falsas historias de “conspiración” alimentaria (y farmacéutica).

Parte de la obligación que tengo como médico, y como cristiana, sin embargo, me lleva en algunos momentos a usar mis artículos como una herramienta de denuncia para divulgar los materiales que llegan a mis manos. Hoy es uno de esos momentos.

Este sábado 13 de Abril recibí un correo del Dr. Mercola titulado “La bebida diaria que puede contener pus, sangre y drogas” (The Everyday Drink that May Contain Blood, Pus and Drugs).

No habla de una misteriosa bebida.
Se refiere a la leche, ese ícono de la alimentación, intocable y quasi santificado por los padres de familia, las juntas escolares y la comunidad médica.


No pude terminar de ver el video que viene incrustado dentro del artículo porque las imágenes son devastadoras. Ya antes había visto videos sobre el maltrato animal, básicamente aves y cerdos. Pero este video me resultó insoportable. Pero no por ello deja de ser real. El abuso inimaginable que sufren las vacas en las fincas lecheras de producción masiva es absolutamente criminal.

Como sé que muchos de mis lectores tampoco podrán pasar de los primeros minutos del video, seleccioné algunos titulares del correo, por llamarlos de alguna manera, y les dejo lo demás dentro del enlace al artículo del Dr. Mercola para que puedan leerlo completo si así lo desean.

Y para quienes califican esta clases de videos de amarillistas o manipulativos, todavía hoy en día existen “La Sociedad de la Tierra Plana”, una asociación que agrupa a quienes no creen que la tierra es redonda, y también los que desmienten el Holocausto aduciendo que es una producción de Hollywood.

La verdad perturbadora de los Sistemas de Alimentación de Animales Confinados
Cada vez hay menos granjas lecheras pequeñas, por lo que estos pobres animales se mantienen en terrenos yermos, sin ningún tipo de pasto, frente a comederos donde apenas pueden moverse, y hacinados de una manera muy similar a los prisioneros en los campos de concentración de la segunda guerra mundial.

Las vacas lecheras son constantemente mantenidas en ciclos de preñez y lactancia:
Pero son despojadas de sus crías cuando nacen, y no se les da tiempo a recuperarse del desgaste reproductivo. Se les administra, además, hormonas que incrementan su producción de leche, por lo que terminan en ciclos de mastitis (infección de las ubres), terriblemente dolorosos e incapacitantes.

Por qué se debe pasteurizar la leche:
Porque contiene pus, sangre y muchos patógenos, amén de hormonas, drogas antiinflamatorias y analgésicas, cuyos efectos no se modifican a pesar del proceso de pasteurización ni esterilización láctea.

La tortura de los terneros:
Los machos son llevados, apenas nacen, a subastas donde se les mantiene en condiciones terribles para garantizar que la carne sea tierna. Muchos de ellos mueren durante el proceso.
Las hembras, aunque más favorecidas por considerarse como futuros reemplazos, también tienen una alta tasa de mortalidad. ¿La causa? Mala alimentación y prácticas mutiladoras. Además, no tienen la menor posibilidad de contacto con las madres, lo cual es absolutamente antinatural, y una causa de estrés y sufrimiento tanto para las madres como para las crías.

Aunque hay más titulares, quiero finalizar aquí y dejarte esta reflexión: las vacas son animales gentiles y sociables. Debidamente cuidadas, viven hasta 25 años, en vez de sólo 4 a 6. ¿Qué podemos hacer para detener este abuso?

http://www.animals-angels.com/
Por lo pronto, te invito a difundir este mensaje. Visita e invita a otros a visitar la página de Animals' Angels, una Organización No Gubernamental europea que lucha por mejores condiciones para los animales que nos sirven de alimento.
Es lo mínimo que les debemos.

martes, 13 de marzo de 2012

Recetas de Omega 3


No son recetas de cocina. Son recetas de salud.

Uno de los aspectos más confusos de escribir una serie sobre el omega, es llegar a conclusiones útiles y prácticas para los lectores, sean del gremio médico, pacientes o público en general.
Así que haré una especie de resumen que pueda dar lineamientos, o un sistema a seguir.

Enriqueciendo nuestra alimentación en omega 3

Sardinas enlatadas, Wikipedia Commons
Primero, los que más: pescado, mariscos y sesos, en el reino animal
No todos los pescados y mariscos son tan ricos en omega 3 como el salmón, el atún (fresco y de piel azulada; el claro y el de lata tienen mucho menos), sardinas, caballa (macarela), jurel, arenques, pez espada o aguja (también se le conoce como atún "blanco" aunque no es atún como tal), las truchas. Aún el que no suma omega 3 de manera importante, ¡JAMÁS RESTA!

En cuanto a los sesos de res (y, en general, de otros animales terrestres como el cordero, el cerdo y el venado), tienen más omega 3 que el atún claro y el de lata (al natural), la trucha de criadero, la caballa o macarela, y el pez aguja. Aunque esta víscera no es de mi elección (por cuestión de gustos), vale la pena aprender a comerla. ¡No la enchumbes en aceite de mala calidad o en harina!

Wikipedia Commons, Lamb Chops, Tim P.
El conejo y el cordero: aportan omega 3 y mantienen un buen balance con el 6. Los animales de caza: no mucho omega 3, pero tampoco del 6. Por regla general, son pobres en todo tipo de grasa.

La carne de cerdo fresca: alrededor del 50% de su grasa es omega 9, menos del 10% omega 6, y escasamente tiene algo de omega 3. Esto se cumple también en la mayor parte de los productos que contienen carne de cerdo. Lo que la demoniza mucho menos, en términos de grasas, de lo que lo publicitan los "expertos" de nutrición.


Semillas de Chía, Wikipedia Commons
Del reino vegetal (¡no se quejen los vegetarianos!): algas, aceite de linaza, semillas de chía y linaza, aceite de canola, nueces. En hojas verdes (no marinas) y algunos otros vegetales: espinacas, col, berro, brócoli, coles de Bruselas, alfalfa, vainitas (judías verdes), ajoporro (puerros), calabacines, nabos y sus hojas. Lo que puede resultar sorprendente es que muchos de estos vegetales, en la porción estándar de 1 taza, contienen más omega 3 que 100g de pollo de criadero, carne de res o ternera. ¡Increíble!

Suplementos de omega 3: los hay con aceite y/o semillas de linaza, de aceites de pescado, y de algas; pueden contener exclusivamente aceites de pescado, o mezclas de éstos con aceite de linaza. Están apareciendo algunos con semillas y aceite de chía, pero todavía son raros y difíciles de encontrar.

Puntos importantes en los suplementos de omega 3: no toda la cantidad del aceite de pescado que está listada en las etiquetas de un suplemento de omega 3 corresponde a omega 3; la cantidad real es la que aparece como ácidos grasos EPA Y DHA. De no menor importancia es que la materia prima sea certificada, pues lo que menos deseamos es que tengan sustancias químicas contaminantes (llamadas PCBs) o metales pesados como el mercurio.

Aproximadamente el 50% del aceite de linaza es omega 3 (acido graso alfa linolénico o ALA); conjuntamente con las semillas de chía, las nueces, las algas y algunas hojas verdes, son la fuente de omega 3 que utilizan los vegetarianos, y no siempre  su organismo mantiene indemne la capacidad de transformarlo en sus parientes EPA y DHA, o son ingeridos en cantidades insuficientes. Respeto profundamente su elección alimentaria; sin embargo, la mayoría de mis pacientes vegetarianos exhiben síntomas de carencia de estos ácidos grasos, y esta es una observación cada vez más frecuente en las publicaciones, así que los invito a tomar suplementos de omega 3, sobre todo, aquellos que provienen de las algas marinas que contienen EPA y DHA.

El mensaje final: come mucho del mar, aprovecha las nueces, haz amistad con los vegetales verdes, supleméntate con omega 3, amplía tus gustos para comer sesos,y sólo “salpica” tu comida con carnes de animales terrestres. Claro, estoy hablando en términos del omega 3.

Todavía hay más. Revisa en mis próximos artículos para entender cuál es la importancia del omega 3 en nuestra alimentación (y porqué tanto afán en recomendarlo).

¿Comentarios? 

lunes, 23 de enero de 2012

El Omega Equilibrista

Amén de enfrentar una semana de reinicio de labores en mi consultorio, he tenido una inusual serie de complicaciones, por lo que esta entrada lleva varios días de retraso. Y debo confesar, además, que tenía dudas de como comenzarla.  Mi lado científico me empujaba a continuar esta serie sobre los ácidos grasos detallando los beneficios del Omega 3 sobre una serie de órganos en nuestro cuerpo. El lado comunicador quería obviar la parafernalia de los efectos individuales e ir directamente a cómo tener balance entre omega 6 y omega 3.
Creo que a muchos lectores les interesa básicamente el lado práctico, así que gana la segunda alternativa.
Veamos entonces cómo lograr ese balance.

¿Aumentando el Omega 3?
En un mundo de alimentos donde el omega 6 está omnipresente y en cantidades desmesuradas, lo primero que se nos ocurre es aumentar considerablemente nuestras fuentes de Omega 3. Pero casi de inmediato nos enfrentamos con costos, gustos, oferta de productos, marketing,  dificultades de importación, y otra serie de detalles, que nos hacen sentir abrumados (yo diría que impotentes), y nuestra reacción es hacer caso omiso y aceptar que la vida es como es y que no tenemos muchas opciones de aumentar esas fuentes de omega 3.

La reacción de mis pacientes oscila entre “el no tengo dinero”, “no me gusta el pescado”, “no encuentro el aceite de canola”, “mi médico me dice que no hace falta”, y otras variantes que usan como excusas y que consideran totalmente válidas para no hacer cambios.
Y no les falta razón. Si para obtener el balance correcto la única respuesta fuera aumentar el consumo de omega 3, yo me sentiría igualmente abrumada. 

Al principio, sin embargo, yo pensaba que lo correcto era aumentar la dosis de omega 3 para acercarnos al balance apropiado. Pero aún 1 gramo diario de omega 3 (lo que recomienda la Asociación Americana de Cardiología, y que equivale a tres raciones semanales de pescado del tipo “azul o de aguas frías”, como el salmón o las sardinas), está muy por debajo de lo necesario. Si tomamos en cuenta nuestros hábitos alimentarios en la actualidad, necesitaríamos al menos 4 gramos diarios de ácidos grasos omega 3 para estar cercanos a ese balance.
Además,  ¿cómo les recetaba más cantidad si ya era difícil (y costoso) lo que ya consumían? ¿Debía conformarme con el pensamiento de que “tener salud” es para los adinerados?
Me indigna verme obligada a aceptar callejones sin salida. El que algunos pudieran comprar y tomar lo necesario y muchos otros no, me carcomía por dentro, porque la realidad científica me repetía casi a diario cuan dañino era no tener el dichoso balance.


Buscando Respuestas
La providencia (que yo llamo Dios) tiene su manera de hacer aparecer soluciones si persistimos en buscarlas. Cuanto más leía sobre omega, más convecida estaba de que tenía que haber una alternativa para países como el nuestro. En las publicaciones sajonas también encontraba la inquietud, como bien lo expresan Michael Pollan, en su libro In Defense of Food, la Dra. Artemis Simopoulos, en The Omega Diet, y Susan Allport, en The Queen of Fats. Y la respuesta no podía ser solamente aumentar el Omega 3 para compensar el balance. En los 3 libros aparecen referencias al Dr. Joseph Hibbeln, un médico investigador del National Institutes of Health, que condujo varios estudios acerca de la relación del consumo de Omega 3 y patologías que iban del ACV hasta el suicidio.  Como ya les mencioné en una entrada anterior, soy hija de la curiosidad, así que me zambullí en la web y fui a dar al American Journal of Clinical Nutrition buscando publicaciones, especialmente una del 2006. 


En el corazón de ese estudio científico, el Dr. Hibbeln planteaba una solución sorprendente, tanto por lo sencilla como por lo absolutamente VIABLE. No digo que sea fácil, sobre todo si tomamos en cuenta las dificultades regionales, pero... de que se puede, SE PUEDE. Y la respuesta no era otra que... ¡comer menos alimentos con Omega 6!


¿Disminuir los Omega 6 que consumimos en vez de aumentar el Omega 3?
Ya que tenemos poco control sobre cuánto omega 6 hay en los alimentos, ¿por qué simplemente no escogemos los que lo tienen en poca cantidad? De esta manera, en vez de necesitar muchos gramos de omega 3 para tratar de restaurar un balance casi imposible, nos bastarían unos 500mg diarios para lograrlo. La gente en Filipinas necesita menos.


Al elegir los alimentos que sabemos que tienen poco omega 6, y decirle NO a TODO lo que diga “aceite vegetal”, “manteca vegetal”, “aceites o grasas” provenientes del maíz, del girasol, de la soya, del algodón o similares, cambiamos dramáticamente la relación entre ambos omegas.


Resistencia al Cambio
Invariablemente hay reacciones negativas de entrada. Parece inconcebible que el aceite de maíz, por ejemplo, tan recomendado por los cardiólogos, sea un ayudante eficaz en la aparición de trombosis. O artritis.


Además, están los interrogantes de cómo preparar la comida: 
“Doctora, ¿y con qué voy a freír?”. 
"Con aceite de canola", les sugiero.
“Ah, sí, ¿y dónde lo consigo? Porque hace rato que no hay”
Y como en nuestro país, además de difícil de conseguir, es notablemente más caro que otros aceites vegetales, el “no puedo comprarlo”, o lo que quieras usar como razón,  se hace válido. 


Lo que Compramos
La verdad es que todo viene con algún tipo de “aceite o grasa vegetal”: los enlatados, las galletas, las tortas, los panes, la comida rápida, etc. La lista es interminable. Por eso es que tenemos 20, 30 o Dios sabe cuántas veces más omega 6 que omega 3.

Veamos alternativas: puedes sofreír con aceite de oliva. No, no todo, estoy de acuerdo, imposible hacer tajadas con aceite de oliva, o papas fritas. Pero puedes hornear el plátano, o cortarlo en tajadas y asarlo en el budare, sin aceite. Y en última instancia, escoge el de soya de vez en cuando, su relación es 8 a 1 (la del maíz es de 46 a 1, como mínimo). Puedes hacer papas al horno, al vapor, o dorarlas con un toque de mantequilla, que tiene toneladas de grasas saturadas y de omega 9, por lo que su proporción de omegas 6 y 3 es irrelevante.



Puedes dar preferencia a comidas en la calle que no sean fritas (el pollo en brasas es bien rico y no voy a discutir ahora lo de los radicales libres de la leña o del carbón). 
Puedes elegir enlatados sin aceites "vegetales" añadidos, pueden ser en agua, al limón, con tomates o en aceite de oliva.
Te inviato a descartar los platos que ofrezcan “mantequilla” en la confección, ya que en realidad los vegetales son salteados en margarina, al igual que el pescado, con lo que haces un negocio doblemente malo: la margarina tiene grasas trans y puro omega 6.

Todavía no termino pero te dejo más de la lista para la próxima entrada. 

jueves, 12 de enero de 2012

En Defensa de la Comida


Hemos sido condicionados a pensar que todo lo que comemos, de alguna forma u otra, son alimentos, y no es verdad.

Michael Pollan, en su libro In Defense of Food, nos comenta que tuvo el mismo asombro que tuve yo, y que seguramente tú tienes en este momento, al encontrar la redefinición de lo que es comida en una conferencia de la distinguida profesora Joan Dye Gussow, de la Universidad de Columbia. Cito, luego de traducir, estos comentarios de la Prof. Gussow: “En los treinta y cuatro años que tengo en el campo de la nutrición he visto como la comida real ha desaparecido de grandes áreas de los supermercados así como del resto del mundo que come...” Los comentarios vienen a propósito del sinfín de nuevos productos “comestibles” que cada año inundan los mercados, y cuyo objetivo gira alrededor del comercio o de promesas sustentadas en una aterradora escasez de conocimientos.

Nuestra vida corre tan loca y tan rápido que saciamos nuestra hambre mayormente con productos de bajo costo y fácil o ninguna preparación. No nos detenemos a “entender” las etiquetas, de manera tal que los ingredientes reales quedan sepultados, aún para los “expertos”,  en la “información nutricional”, sin importar el grado de procesamiento de su contenido o la falsedad de la afirmación que viene impresa en la parte frontal de los empaques.

Y digo los “expertos” porque nosotros, los médicos y los nutricionistas, salvo contadas excepciones, nos vanagloriamos de tener “conocimiento” de los principios dietarios fundamentales, y sin embargo somos profundamente ignorantes de lo que realmente hay dentro de un alimento que compramos en el mercado. Claro está, no me refiero a un producto en su estado virgen, como una fruta, o un pescado, o las hortalizas (aunque también puede ser motivo  de argumentar).

Sin más, tomemos como ejemplo esta imagen del contenido de un cereal “sano” tipo muesli, con sabor a chocolate, ampliamente recomendado por médicos y nutricionistas como fuente de “cereales integrales”. A la izquierda está la lista de ingredientes, y a la derecha la tabla nutricional.


La tabla de Información Nutricional nos da la información de cuantas proteínas, carbohidratos, grasas, fibra y otros “nutrientes” tiene (recorté la tabla por hacerla más legible). 

En la lista de ingredientes podemos notar que hay 5 fuentes de azúcar, el maíz y el arroz están altamente procesados, y tiene 1 sola fruta, las pasas.

Si nosotros mezcláramos los ingredientes como una granola hecha en casa, elegiríamos unas semillas naturales como almendras y nueces troceadas, o avena integral o en hojuelas, y además de las pasas, podríamos agregar algunos orejones de manzana en trocitos o frutas frescas en vez de los orejones, y nadie en su sano juicio añadiría 5 clases diferentes de azúcar; tal vez usaríamos algo de miel o papelón, si la fruta no endulza lo suficiente para nuestro gusto particular.

Lo cierto es que cuando tienes que enriquecer los cereales y usar varias fuentes de azúcar, como vez en este cereal comercial, significa que su parecido con la comida real termina en la etiqueta.

Queridos lectores: de nuevo los invito a que hagan comentarios, ya sea en el espacio que este blog tiene al final de cada entrada, o a través de mi correo electrónico dramarumaxvitae@gmail.com

Los comentarios son vitales para compartir inquietudes y mejorar mi comunicación con ustedes, y de alguna manera le dan un “toque humano” a este contacto del mundo electrónico.
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